No tengo muy claro si calificar de gran noticia la victoria del pasado domingo del Unicaja en Álava, sobre todo porque, en la previa de la retransmisión de la Cadena Cope recordaba con Emilio Guerrero y Anicet Lavodrama algo que decía Sergio Scariolo en su estancia en Málaga, a este tipo de equipos (los de Euroliga) tienes la oportunidad de ganarles en octubre, antes de empezar la pelea de playoffs, disputar otros objetivos que son para los que están diseñados esos conjuntos.
No se trata de pensar en despistes o mala preparación, no es cuestión de quitarle mérito a la victoria de los de Ibon Navarro, sobre todo, por la necesidad que había de la misma para seguir encarando la dureza de la competición, pero todo esto necesita que aparte de alegrarnos por lo bien que estuvo el equipo malagueño en el global del partido, parte del buen trabajo realizado fue aprovecharse de las circunstancias del contrario, con una gran plantilla que se nota que compite en Euroliga, pero con carencias en algunos puestos ante la exigencia de las competiciones en las que está.
Porque tampoco hay que dejar de lado, que ante una agenda con tres encuentros en el Fernando Buesa Arena, señalados sobre el papel como tres posibles victorias ante Bayern, Zalgiris y Unicaja, ver que hay pleno de derrotas, además transmitiendo sensaciones negativas ni es buena noticia, ni tranquiliza, de hecho, a la declaración de intenciones del fichaje de un base para estar por delante de Nico Mannion y Codi Miller-McIntyre, ya se acompaña el cambio en el banquillo.
El Unicaja lo hizo muy bien, con un trabajo mucho más sólido que en ocasiones anteriores, sumando a la causa a Tyson Carter y a Kameron Taylor, uno con una actuación de lujo en el tercer cuarto, y el otro siendo muy regular cada vez que estuvo en cancha (todos los cuartos menos el segundo), y siendo sobre todo el soporte del equipo en la anotación en el último periodo, cuándo Markus Howard apareció para jugar (llevaba un solo punto en el resto del encuentro), llevó a cabo una puesta en escena de las que no se pueden olvidar, haciendo creer que él, en solitario era capaz de ganar el partido.
Tal vez el Unicaja podría haber resuelto el encuentro antes, o eso nos hubiera gustado ver, pero el contrario también juega, aunque de lo mejor del partido de Vitoria es que, pese a alguna desconexión inexplicable que seguro que se evita más adelante, la sensación que saco es que la evolución es la correcta, incluso la forma de ganar el partido ayuda a que se pueda sacar un mejor aprendizaje que un triunfo más contundente, aunque disfrutar una victoria más que esta, se pone difícil.
Y sin solución de continuidad, hoy mismo, otro compromiso, Le Mans Sarthe jugará esta noche el segundo partido de la FIBA BCL, tras haber dado buena cuenta del Peristeri ateniense en cancha francesa, partido que el Unicaja debe resolver para conseguir el pretendido primer puesto del grupo y no tener el castigo de jugar una eliminatoria en el mes de enero, sigo pensando que todos los rivales del grupo son perfectamente ganables, y que no hacerlo significaría un error, pero para quitar la idea de una derrota de la ecuación, hay que hacer el trabajo bien.
Algo que no está bien ni mucho menos es el tener que jugar otro partido en 48 horas, pero no hay que perder de vista que más de la mitad de los equipos de la Liga ACB (concretamente una docena, que podrían haber sido trece de haber ganado su eliminatoria previa el Monbús Obradoiro), juega competición europea, circunstancia que devalúa por exceso de oferta, pero que provoca que a la hora de ver equidad en cuánto al calendario de la competición local, nos damos cuenta que como decía George Orwell, “Hay unos animales más iguales que otros”, y que, pese a las buenas intenciones que demostró en su día el presidente Antonio Jesús López Nieto de racionalizar los horarios de los partidos, aquí se parte de lo que dicen los cuatro de la Euroliga y el resto va buenamente a lo que conceden los que mandan en el patio del colegio.
Así, eso de jugar de manera equilibrada, atendiendo a los horarios que desean los equipos y que beneficien a las aficiones se queda en buenas intenciones, sólo en eso, al final, la televisión dicta los horarios según su criterio y dependiendo de cuándo jueguen los equipos futboleros y poco más, a rezar para que haya un mínimo de consideración, y es que, pese a todas las buenas intenciones que haya, es muy difícil meterle un mínimo de lógica, a algo que hace mucho tiempo que desconcierta.