En este club estamos acostumbrados a la impronta que deja el entrenador, muy por encima de la que pueden dejar los presidentes. Reconozco que la inexistencia de méritos más allá que ser persona de confianza en el seno de quien lo elegía, le procuró con el paso del tiempo a la figura del primer dirigente del club una sensación de irrelevancia o de importancia justa. El tema de quién dirigía desde el despacho se nos quedaba en un plano bastante lejano.
Tras vivir una situación tan dulce como poco habitual en los últimos años, hemos dejado de compararnos con otros equipos, algo muy habitual en el pasado. Ahora no toca pensar en la temporada que han vivido en Valencia o en Vitoria, proyectos a los que se miraban, aunque no se les envidia ni la Euroliga, ni las dudas con el entrenador ni la no renovación del jugador franquicia. Entre todo lo que se ha avanzado, también se ha recuperado gran parte de la identidad que estaba lejos.
En el balance de esta temporada pasada, un factor poco habitual está que el presidente cajista también tiene su espacio, y menos habitual aún, más que positivo y favorecedor como pudimos ver la semana pasada al ser entrevistado por Emilio Guerrero en el programa Zona Verde de 101TV.
Reconozco que la llegada Antonio Jesús López Nieto me resultó difícil de digerir. Glorificar la figura del gestor me suena a que nos van a meter la mano en la cartera y encima va a ser por nuestro bien. Así que la llegada de un ex árbitro de fútbol, cuya carrera venía avalada por ser cargo de confianza de los políticos y que era elección directa de un Braulio Medel ya en autodestrucción, no me tranquilizaba precisamente.
Pese a todo, y pese a la actitud de ciertos medios que fueron directamente a cuchillo contra él antes de pisar la Avenida Gregorio Diego, las acciones han ido cerrando voces críticas. Hizo por recuperar la sintonía con los otros equipos de la provincia, por restituir la memoria histórica del club y, sobre todo, por reconciliar a la masa social, puntos desdeñados y tratados con reproches y superioridad por la dirigencia anterior.
A mí me parece magnífico que sea el primer presidente profesional del club, me encanta que raudo y veloz se descubriera al gran público el sueldo que iba a cobrar, cosa que en el Unicaja es tan poco común como la nieve en Málaga, y me encanta porque no me creo que sus antecesores sólo estuvieran a disposición del club conforme pasara un minuto de las tres de la tarde y finalizaran su jornada profesional, no antes.
Junto a todo esto, y aunque no me parece adecuado que este club tenga como portavoz al presidente o al entrenador, que sea tan «comunicador» se agradece, sobre todo porque las manifestaciones presidenciales, aparte de escasas, eran poco conciliadoras. Por recordar una de las veces que hizo falta que apareciera el que realmente tenía que ser responsable del club, cuando la Euroliga despojó de la licencia A al Unicaja, fue Joan Plaza el que sacó la cara.
Ahora que es más que probable que el Carpena tenga el «no hay billetes» durante el curso 23/24, me fastidia reconocer lo bueno que ha venido con López Nieto porque lo relatado es de un coste ínfimo si la gestión se hace con un mínimo de cariño, si se toma el puesto para gobernar a toda la masa, los que estábamos y los que se fueron. Me fastidia porque significa que se viene de un destrozo intolerable, además de lo deportivo, que casi se carga los más de 40 años de historia.
Está claro que, como ocurre ahora con el idolatrado Ibon Navarro, la gloria de López Nieto depende de que el balón entre o no y no va a ser responsable de anotar puntos. Para él queda trajinarse a las instituciones y empresas, y conseguir los patrocinios al margen de Unicaja versión Fundación y versión Banco, y apuntalen y aumenten el presupuesto.
Como ya sabemos, la vuelta de los que abandonaron la nave cajista en los días que el viento no soplaba a favor, y que además sentían que se les echaba, se unen a los fieles que no lo dejamos nunca, pese a que lo visto era prácticamente traicionar todo lo que habíamos aprendido y vivido en esa institución. Alguno de los veteranos me decía «a mí no me van a echar éstos de aquí». Lo bueno es que el punto de partida para seguir haciendo las cosas bien tiene una base de muchas cosas buenas que parecían lejanas. Ahora se tratará de tener paciencia y seguir aprovechando todo lo bueno que siempre tuvimos aquí.