Tras la Final a Cuatro de la FIBA BCL toca hacer balance, más allá de quedarnos con lo que ha sido la actuación puntual en este torneo, extender ese análisis a lo que se ha realizado hasta ahora y lo que queda por venir.
Sabemos que el equipo con el que menos se contaba (entre otras cosas porque jugaba contra el Unicaja y la confianza en los de Ibon Navarro estaba intacta) ha resultado vencedor, que tanto su entrenador, Tuomas Iisalo, como su mejor jugador T.J. Shorts han sido nombrados como los mejores del torneo y que la afición de Jerusalén ha enseñado una forma de animar poco habitual y que ha impactado desde el primer momento.
Todo al margen de la actuación del Unicaja, algo que, por las dos derrotas sufridas ha sacado a relucir opiniones tildándola incluso de fracaso, criticando la actuación del equipo, la actitud puntual en los partidos, e incluso, el planteamiento cara a la temporada que viene, extendiéndose a la dirigencia por la renovación de gran parte del plantel actual.
Teniendo en cuenta que la verdad absoluta tiene una cotización volátil, el altavoz de las redes sociales facilita airear opiniones, y lo peor, dejar a la cobardía de cada uno el anonimato, pese a lo cual, para algunos, no se pierde la veracidad.
No creo que nadie esté contento con la actuación de nuestro Unicaja, y que hay razones que explican las dos derrotas, pero lo cierto es que el nivel exhibido antes de la cita se va alejando del de la Copa del Rey en Badalona, no creo que venga provocado por la actitud del equipo, ni mucho menos, porque modificar el esfuerzo en ambas jornadas permitió reengancharse en los partidos y llegar con opciones al final de ambos, quizá demasiado tarde, porque, dejando de lado el encuentro ante el Canarias (que a mi modo de ver, no debería celebrarse, pero ahí entraríamos en conflicto con el negocio-espectáculo), pese a que los alemanes han sido justos vencedores, la idea de verlos como un rival accesible no se nos va a ir de la cabeza.
No sé si con el paso del tiempo, tanto Tuomas Iisalo como T.J. Shorts se van a acercar al prestigio y la carrera de Zeljko Obradovic y Sasha Djordjevic, que es al nivel que algunos los ponen ahora, y aún teniendo tiempo por delante, hacerse un sitio arriba, viene a ser complicado, pero es un axioma “malaguita”: como han estado muy bien frente al Unicaja, van a llegar hasta el firmamento (y si los fichamos, mejor).
Lo que más me preocupa es saber si el dolor de cabeza que puede suponer este torneo va a durar más allá de la vuelta a la competición, tengo claro que los últimos en reincorporarse (Alberto Díaz y Darío Brizuela), recuperarán sensaciones a medida que vuelvan a la rutina de entrenamientos y competición, me da que pensar más con respecto a otros, que están lejos del rendimiento que mostraron, pudiendo colocar a casi todos.
No se puede dejar de lado que los rivales miran de otra forma al equipo, y aunque Ibon Navarro trabaje para recuperar lo bueno que se ofreció, el paso del año desgasta, porque hablamos de humanos a los que se les reclama un rendimiento cada vez más automatizado, y sería injusto quedarse con lo que se ve ahora y el malestar de las derrotas recientes, olvidando lo vivido hace nada, también sería injusto y peligroso tratar con desdén ese grupo de partidos (mínimo cuatro, máximo quince) que pueden restar hasta el final de la temporada.
Porque esto aún no ha acabado, aunque se critique la renovación del grueso de la plantilla (que no hay que olvidar que no tenía garantizado continuar en Málaga), me encantaría ver propuestas reales para ver la aceptación del público, pero cosas factibles, que para cambiar la pareja Alberto Díaz-Kendrick Perry por la Kostas Sloukas-Thomas Walkup tengo que ponerme horizontal, bajar la persiana y entrar en fase REM.
Como final de esta gran ocasión de baloncesto que hemos tenido, sí, todo es mejorable, empezando por los árbitros, que si tengo la idea de que no hay jugadores de nivel para tres o cuatro competiciones europeas realmente destacables, el nivel arbitral ha tenido momentos desconcertantes, y como detalle final, creo que no podemos dejar de lado la afición israelí, que con detalles que no gustan, como lo de las bengalas dentro, tampoco está uno para volver a casa oliendo a moraga de San juan, han sido protagonistas reconocibles, por animar sin cesar, incluso en los momentos peores de su equipo, que tuvieron muchos.
Para mí, que observo y me enorgullece ver como la recuperada afición cajista da la talla de manera brillante, y da muestras de creer tantas veces, lo mismo no estaría de más pensar en una grada de animación, sé que a los históricos Mihitas y al impulso personal de muchos que llevan tanto tiempo -y no voy a citar porque olvidaría a alguno y sería terrible-, se une ahora una nueva peña, de nombre Infierno Verde, espero que cada vez haya más gente ahí, porque siempre faltará gente. Y si esto va de decibelios y ser pesados hasta tener el YALLA HAPOEL! metido aún en la cabeza tras vivir un partido con ellos, por incómodos que sean, los israelíes se hicieron notar, y mucho.