Confiamos.

8 May

Dentro de las filias que tiene uno, tengo cierta afición por los temas de historia, con minúsculas o mayúsculas. Más allá de la historia que importa, la del mundo, la de la raza humana, también la historia de nuestro deporte me llama para que vuelva a revisarla de vez en cuando.

La historia particular que tiene nuestro Unicaja, el que llega ahora a su primera Final a Cuatro de la FIBA BCL es la que nos recuerda que desde 1977 se ha pasado por diversas situaciones: no estar siempre en la élite, años insustanciales sin saber siquiera qué sitio era el que había que buscar, años buenos con poca continuidad, alguna vuelta a los infiernos representados por descender de categoría, búsqueda de nueva identidad y encontrarse de golpe que, casi sin querer, se ha llegado a la cima, al lugar donde sólo están los elegidos, con todo el lujo y el glamour que conlleva y, sobre todo, con el vértigo y la exigencia, algo que siempre resulta complicado de digerir, por el tremendo sopapo que supone encontrarte con la realidad, que dice que el trabajo de los demás ha superado de largo al que tú no has hecho.

Cuando hace relativamente poco, en el verano de 2021, se determinó cambiar la competición europea a disputar, de la Eurocup en el universo Euroliga a la Basketball Champions League, en el seno de la FIBA, dudo mucho que alguien más allá del entorno cercano del presidente del club entendiera los motivos para hacerlo. Es más, diría que sonaba tanto a eso de «mejor no meterse en problemas» que provocaba rechazo. Rechazo que se convirtió en urticaria, cuando tras una primera actuación, el equipo que teníamos claro que podía hacer las cosas mucho mejor, caía en el momento que el viento dejaba de soplar mínimamente a favor. No hacía falta que viniera el vendaval, simplemente te daba por pensar cuan profundo estaba el sótano hasta dónde caer, y no se adivinaba el fondo.

Y bien, se llega al día de hoy, ese momento en el cual da por pensar que caer eliminado ante un equipo húngaro o eslovaco es una posibilidad, que jugar play off en la ACB va haciendo falta, y si encima se juega la Copa del Rey, mejor. Y la realidad es que ser cabeza de serie en la ACB no es un disparate, se ha cambiado el estandarte de participación en la Final a Cuatro de Atenas en 2007 por el de Campeón de Copa del Rey de este año, y ganando dos partidos en casa (algo que ha ocurrido ocho de cada diez ocasiones esta temporada), habría que hacer sitio a otro.

La cosa ya no es sólo lo rápido que ha sido el cambio, es cómo se ha rentabilizado este cambio. La FIBA BCL creo que ha resultado sobre todo útil, y no voy por la vertiente financiera y su cacareado premio en metálico, que mejora el de la Eurocup, sino que para acelerar la integración de la plantilla. Creo que ha venido mucho mejor, además, después de comprobar, sobre todo en play off, que a lo que se juega en Euroliga es algo diferente. Espero de una vez, que haya un mínimo de entendimiento y haya una sola competición con los mejores equipos y los mejores jugadores que no estén en Euroliga.
Siete ediciones le dan a la FIBA BCL cierto valor que, con el paso de los años ha ido consiguiendo a base de crecer ganándole terreno a la Eurocup. Que el sistema de la Euroliga sea como mínimo arbitrario también ha ayudado bastante.

Palmarés por ampliar

Saber si el Lenovo Tenerife conquista su tercer título deshaciendo el empate que tiene con el San Pablo Burgos, o si Hapoel Jerusalén, Telekom Bonn o Unicaja unirán su nombre a los históricos AEK Atenas o Virtus Bolonia es algo que veremos el domingo próximo, pero estaría bien poner en valor qué viene.

Ya que viene la F4, se sacan los datos «científicos», como que el Unicaja, al igual que este domingo pasado, perdió la jornada ACB previa al triunfo en Badalona, o que los hombres de Ibon Navarro fueron los únicos que no necesitaron tres partidos en los cuartos de final, pero se deja de lado que el único equipo que llega perdiendo a la cita es el Unicaja. Telekom Bonn venció al ratiopharm Ulm, Hapoel Jerusalén a Maccabi Tel Aviv y Lenovo Tenerife al Bàsquet Girona.

Otra cosa es eso de que el equipo malagueño no festeja títulos en casa. En la primera final de la Copa Korac, todos recordamos cómo fue frente al Limoges CSP, en las cuatro fases finales de la Copa del Rey, lo más cerca que se ha estado del título fue el 2020, en la final que venció el Real Madrid 95 a 68, la mayor diferencia de una final…

Que vencer es una posibilidad, es muy cierto. Es más, el enfrentamiento es incluso con el equipo que tiene menor presupuesto de los tres que vienen a Málaga, y tanta vida diciendo que lo mejor que tiene este club es la afición que lleva en volandas al equipo, te dice que esta oportunidad puede ser única. Pero todo esto no es sino algo que tienes que gestionar, quizá no recordando lo malo vivido hace muy poco, sino pensando el peligro real es alejarse de la identidad que este grupo ha encontrado y ha puesto en práctica en los momentos en los que se ha necesitado.

Me refería a jugar en casa, y aunque el feudo no va a ser tan cajista como en los partidos de local, como no puede ser de otra forma, la mayoría estará con el Unicaja, con lo cual, el problema externo no va a estar en una posible hostilidad, sino en la gestión de la responsabilidad si muta en ansiedad.

Como de todas formas, para la gestión del equipo ya tenemos a Ibon Navarro, y el presunto «plan» que seguro que ya está en su cabeza y en la de los miembros de su cuerpo técnico (y en el que confiamos), y teniendo en cuenta que la plantilla cajista llega en buen estado de salud, sólo cabe esperar que hagan lo que han demostrado que saben hacer, estando al nivel que requieren competición y rivales, que den la respuesta que se espera de ellos y que aprovechen esta oportunidad que se nos ha procurado a los aficionados de Málaga, que no es sino disfrutar de los nuestros en una gran cita.

Es cierto, no he mencionado a ninguno de los buenos jugadores que van a traer los contrarios, seguro que ya los conocen, la amenaza que significan TJ Shorts, Javontae Hawkins y el resto de sus compañeros o Levi Randolph, Zach Hankins y el resto de los planteles del Hapoel Jerusalén y Lenovo Tenerife. Si se consigue derrotar al rival alemán, que no será fácil, es una tarea más a resolver, pero sobre todo, si hay algo que se ha ganado el plantel local es que pensar en la felicidad de los triunfos no sea nada ilusorio.

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