Competición cruel.

12 Dic

El momento actual por el que atraviesa el Unicaja nos tiene tan deslumbrados y desacostumbrados que nos viene a parecer que es algo tan novedoso que estamos asistiendo a algo inusual e histórico.

Lo cierto es que, en su día, este Unicaja dejó de tener este tipo de rendimiento habitual, y lo que en su momento nos parecía normal pasó a ser un recuerdo cada vez más lejano. Ceñir la dinámica negativa vivida sólo al equipo me parece injusto, porque precisamente las plantillas han ido cambiando de manera paulatina y sin mucha solución de continuidad, en un intento de traer a las fechas actuales lo que sólo seguía en la memoria, la recuperación de esa grandeza que disfrutó el club en su momento era un objetivo recurrente.

Esto del deporte profesional ya se sabe que tiene muchos matices a considerar para cualquier cosa. Sin ir más lejos, una decisión de gran calado a la hora de formar y posteriormente evaluar el rendimiento de la plantilla, que fue seguir contando con Ibon Navarro en el banquillo, tuvo más de sensaciones e intuición que de apoyo en datos que respaldaran contar o no con el vitoriano.

La llegada de Navarro fue un recurso a la desesperada para revertir una situación asimilada a catástrofe en el club, y se recurrió a él pese a haber dejado a su anterior equipo en situación de descenso, cosa que ocurrió en Andorra, pero evitó en Málaga. Pero no consiguió el mínimo exigible por el club para renovar, al menos en las condiciones en la que se le contrató.

Pero la realidad ahora mismo son los resultados, no hay otra cosa. Y este Unicaja, tercero en la clasificación, con los deberes resueltos en Europa hasta finales de enero, lo está haciendo de la mejor forma posible y justifica que la gente se ilusione con su juego. Se puede decir que empezó con un pico alto de rendimiento muy pronto por la previa de la FIBA BCL, que salvo en un par de partidos toda la plantilla ha estado disponible, y que las noticias últimas son sobre batir récords en positivo, no en cuanto a noticias desagradables.

Tenemos entonces que como no cumplió con lo presupuestado, renovar a Ibon Navarro fue una temeridad, se podría calificar de disparate, toda vez que el juego y los resultados del equipo lo contradicen, pero sin ir muy lejos, hace nada era casi unánime hablar de Pedro Martínez como el entrenador ideal para el Unicaja. Un Pedro Martínez que está viviendo actualmente un tiempo realmente sombrío alrededor de su BAXI Manresa, club que no era el ejemplo a seguir por las sensibles y palpables diferencias que hay con los catalanes, pero a los que se les envidiaba, sobre todo el entrenador y el director deportivo.

Entre la temporada pasada y ésta, siete cambios de jugadores que no han tenido una respuesta adecuada entre los sustitutos. De hecho, con ese indicativo que nos habla de crisis cuando en un equipo hay cambios durante la temporada en juego, nos dice que en El Congost viven momentos complicados, en la cola de la tabla ACB. Con el alta de Martinas Geben y Devin Robinson, son seis los jugadores que han llegado al plantel catalán con el curso iniciado (Matthias Tass, Jordan Caroline y los conocidos Frankie Ferrari y Adam Waczynski anteriormente), lista que podría ampliarse a ocho si Aleksandar Bursac y Jake Layman (éste no llegó ni a debutar) hubieran permanecido.

¿Están caducados Xevi Pujol y Pedro Martínez? Este último con 959 partidos en ACB, parece que está más que cualificado para dirigir en la máxima categoría, cosa que hace desde la temporada 89/90. Y el joven directivo era loado hace nada por estar al nivel de Darwin, Edison o Fleming en cuánto a su capacidad de descubrimiento.

No parece de justicia cuestionar las decisiones que tomen ese dúo, pero con una competición tan cruel que hace que vivir del partido del fin de semana te dure como mucho hasta el viernes próximo, la vida de un proyecto es tan extensa como te permitan los resultados. En Málaga podemos escribir un tratado de lo perjudicial para el ánimo colectivo que puede resultar vivir de glorias pretéritas, aunque es lícito que haya alegría e ilusión en el ambiente ante los buenos resultados presentes. Quizá el punto real de equilibrio esté en encontrar el punto de no retorno en el viaje que va desde la ilusión a la euforia, para saber hasta dónde es prudente llegar. De momento, a disfrutarlo.

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