El verano va avanzando y nuestro Unicaja va completando la plantilla, o mejor dicho, va haciendo hueco con las salidas de jugadores que, o no interesan lo obligatorio para renovarlos, o se les concede un «puente de plata» para que abandonen el barco. Lo cierto es que el plantel cajista sólo ofrece la duda sobre si Yannick Nzosa continúa o no, de concretarse su hipotética salida vía cesión (aparece el Coosur Real Betis como mejor posicionado), sólo quedarían tres piezas del curso pasado: Jonathan Barreiro, Darío Brizuela y Alberto Díaz.
Eso en cuanto a lo conocido «para entrar, dejen salir», como llegadas, aparecen las de Kendrick Perry, Nihad Djedovic, David Kravish, Dylan Osetkowski y Tyler Kalinoski, sobre si va a ir mejor o no, diré que veo -no sin preocupación- que la actuación directa del entrenador en la confección del equipo está en la línea intervencionista de ocasiones anteriores, con el detalle que, si sale bien, perfecto, pero si no va la cosa como la seda, tenemos un problema grave, con una plantilla nueva casi en un 80% y volver otra vez a la casilla de salida en forma de reconstrucción. Formas antiguas en un club que obligatoriamente no puede parecerse a lo que había hasta ahora.
En nuestra provincia, se ha venido disputando el Mundial Sub17, con un gran resultado para la selección nacional, quedando subcampeones tras jugar la final frente a Estados Unidos, chicos de gran talento, con la presencia de los cajistas Rubén Vicente y Álvaro Folgueiras. La duda que me asalta es si van a tener la suficiente dureza y suerte para hacerse, tanto ellos como sus compañeros, un hueco cierto en el baloncesto profesional. Situaciones recientes vividas con los canteranos en el Unicaja, o con ese bochorno montado por la FEB con el caso Lorenzo Brown, provocan que tras la gloria vivida se vean obligados a hacer un camino mucho más arduo que en ocasiones anteriores.
Esta semana nos dejó Pedro Ferrándiz a los 93 años, para mucho recién llegado no terminará de sonarle, y aún teniendo en cuenta que en este lugar suelo hablar sólo del Unicaja, la marcha del alicantino no puede dejarse de lado para los que queremos el baloncesto.
Imprescindible para la época Pre-ACB de nuestro deporte, piedra angular del Real Madrid que sirvió como representante de España en el exterior en momentos en los que nuestro país estaba aislado del resto del mundo en una época gris y oscura, fue un genio, con una personalidad que podía resultar todo lo desagradable que uno quisiera, con un ego superlativo, dejó perlas como el motivo de su retirada: «Me marcho porque me salen los títulos por las orejas». 4 Copas de Europa, 12 Ligas y 11 Copas españolas entre otros galardones son un palmarés que no está al alcance de mucha gente, llamándome la atención, los títulos continentales, conseguidos entre 1965 y 1974, momentos en los que el españolito medio era más conocido por los toros y las persecuciones de suecas en alguna playa cercana de nuestra Málaga.
Ferrándiz fue precursor en muchas cosas e inició otras más, fue el inventor de la auto canasta, en 1962, en una eliminatoria a doble partido frente al gran rival madridista, la Ignis Varese, llegando a falta de dos segundos con un 80-80 en el marcador y balón para los blancos, tras el tiempo muerto, y con muchos problemas por lesiones y faltas, el entrenador ordena que, tras el saque de fondo, Lorenzo Alocén, pívot de 1,94 anote en su propio aro sus únicos puntos del partido. Al producirse esa genialidad, los italianos se abrazan eufóricos por el triunfo y después piden la anulación de los dos puntos, al ver que esa diferencia es muy inferior a la que hubieran conseguido en la prórroga. En el partido de vuelta, el Real Madrid venció 83-62 a los italianos, a día de hoy, una auto canasta intencionada es ilegal. Creó la Fundación Ferrándiz en 1991, con la Biblioteca Samaranch dedicada al cuidado y la difusión del baloncesto, pasando posteriormente a la Federación Española de Baloncesto, concedió los premios «Quijote de Plata» a personalidades del deporte, habiendo sido galardonados otros dos imprescindibles de nuestro baloncesto, Paco Rengel y Alfonso Queipo de Llano, a los cuales personalmente echo tanto de menos que pensé en comentar esta noticia cuándo la leí el otro día, tal vez por la admiración que el genio Ferrándiz les tenía. Pese a no ser parte de nuestro deporte en Málaga, tenía que incluirlo aquí.