En las historias particulares de los fieles cajistas, las hay de índole diversa, de todos los colores. Los inicios de temporada son diversos o parecidos, particulares, al fin y al cabo.
Este pasado domingo llegó el inicio del curso 2021/2022, siempre hemos preferido ver exclusivamente la cancha, fijarnos sólo en lo que discurre en el juego, dejarlo todo al margen, pero este año por fuerza es diferente.
Este domingo la gente pudo volver nuevamente a ver los partidos en directo, no todos pudieron hacerlo, pero los que estuvieron, no sólo disfrutaron de una victoria, sino que hicieron lo que mejor saben: transmitir aquello que el bueno de Carlos Cabezas de dijo a la plantilla: es un sentimiento brutal lo que tenemos en Málaga, sí, tal cual, sobre todo cuando se tienen claras las cosas y se cuenta con los fieles reales, que son los que realmente mantienen esto.
Los que pudieron estar el domingo disfrutaron de un partido acorde con un retorno deseado, vale que lo que había enfrente era un equipo que no se metió en playoff el pasado año (como el Unicaja, recuerden), pero que no suele ser un rival cómodo y que, habida cuenta los antecedentes más inmediatos, levantaba cierto recelo.
La inexplicable configuración de esta ACB, provoca que tras demasiados meses de parón, haya tres partidos en seis días, así que el Unicaja tiene a los dos equipos canarios, dos rivales tal vez más complicados que los gallegos, y que están por querer ocupar una posición en la tabla de esa que quiere tener el club de Málaga.
En el partido, dejando de lado una actuación impresionante de Jaime Fernández, de ésas que justifican que en su día se pagara traspaso por su fichaje, se vieron diversas cosas que nos dicen que hay cosas nuevas, aunque haya que mantener un ritmo alto de trabajo para evitar repetir errores anteriores.
¿Novedades? Aparte de los cuatro fichajes (incluyendo la aportación de momento temporal de Édgar Vicedo), vi a un equipo con mejor actitud defensiva, con más energía y que transmitió mejores sensaciones, con todo el talento que se le conoce en la línea exterior, y esperando un paso al frente de los miembros que ya se les demandaba el año pasado, pero el primer paso fue bueno.
A este Unicaja de esta temporada le queda todo el tiempo por delante para encontrar la identidad que lleva tanto tiempo buscando, pero también tiene que afanarse en no dejar pasar oportunidades que se vayan presentando, en este equipo, aún huérfano de una versión de Alberto Díaz potable, que espera de dos veteranos como Norris Cole y Micheal Eric que aporten como jugadores importantes, y sobre todo, que la esa versión que no defrauda deje de buscarse y forme parte de una identidad que lleva años buscándose.
Cuando se empieza bien es difícil no caer en cierta euforia, pero, aunque tras tanto tiempo de nubarrones en el rendimiento del equipo (y también en los despachos), puede darse como lícito dejarse de ir un poco, es necesario reclamar que tan sólo se ha dado un primer y mínimo paso, y con una temporada con tanto qué hacer y tantas cosas a recuperar, tal vez la sensatez sea la mejor receta.
Quizá diría que hace unos días el Unicaja recuperó parte de la alegría y cierto autoestima, todo ello delante de la familia que da la vida -en versión sentimientos- por estos colores, puede ser una de las mejores noticias, el trabajo que se le presupone a la plantilla, se irá viendo, de entrada en esta semana con los enfrentamientos ante Lenovo Tenerife y Gran Canaria, seguro que va a provocar que para dentro de siete días, alguno ya habrá pedido la cabeza del entrenador, o una extensión del presupuesto para querer jugar la Euroliga de inmediato.
Va a ser muy largo todo este curso, pero con toda la ilusión que sólo con la normalidad de estos últimos tiempos se va generando, hay mucho conseguido, ¿alguien contaba con ello?