Con la derrota ante el Real Madrid el pasado domingo, nuestro Unicaja ha cerrado la temporada 2020/21, hay una montaña de calificativos para este curso que los malagueños acaban de finalizar, pero por duros que sean los que se nos ocurran, son todos merecidos, ganados a pulso y, sobre todo, extensivos a todo aquel que haya tenido que ver algo con la gestión de esta temporada.
Del partido podría comentar que el Real Madrid necesitó muy poco para poder ganar, que, superando a sus bajas por lesión y a las voluntarias, sólo con fogonazos de calidad se impuso a un equipo que no tuvo o no transmitió la ambición de ser capaz de pelear por meterse en playoff y evitar un ridículo que tiene responsables en la cancha y en los despachos, y no obligatoriamente pertenecen a día de hoy al club.
El problema de todo esto no se circunscribe a unos acontecimientos puntuales, hace poco menos de un año, aprovechando una maniobra de despacho y escudándose en unos pocos partidos en la fase extraordinaria de Valencia, se pensó que todo era maravilloso, que sólo la mala suerte había evitado que el Unicaja ganara al Kirolbet Baskonia (se regaló dos veces la victoria a los vascos) y que no había que tocar una plantilla que nos iba a llevar a la gloria celestial.
Lo puse hace casi un año, esa plantilla con un par de retoques hubiera estado muy bien en manos de otro entrenador, veía a Luis Casimiro Palomo como no adecuado para lo que se venía, no es que lo vea mal entrenador, pero creía que la necesidad era otra, el intervencionismo del último presidente, nos vendió que Volodymyr Gerun, en el ostracismo desde enero, era jugador de Euroliga, y que los que no tenemos idea tampoco teníamos paciencia. Aunque veo lógico defender la gestión propia, lo que no entiendo es el empecinamiento es ningunear la opinión ajena en lugar de rebatirla.
Lo posterior ya es sabido, se cambió de entrenador, se cambió un jugador, Fotis Katsikaris ha demostrado que no es un mago, pero no quiere decir que esté incapacitado para entrenar a este equipo, tras el abandono de la presidencia el pasado Lunes Santo, hoy en día no es que sigamos igual, sino que el club lleva casi dos meses sin dirigencia visible, con el añadido de las noticias que ponen en duda la aportación de la propiedad para con el club.
Aunque sobre este último tema haya tantas preguntas a realizar como ausencia de información oficial, el problema no va a ser qué presupuesto se va a manejar, sino de qué manera hacerlo, la verdadera tara genética del Club Baloncesto Málaga. Se habla de oportunidad de reinventar el club, de tener al frente a un presidente con un director general con mando y conocimiento del entorno, algo que llevo poniendo por escrito varios años, y si es así, adelante, aún con un presupuesto inferior, lo que aporten propietario y patrocinador va a levantar las envidias de media Europa, pero si aquí no hay profesionales al frente de esto, será la misma enfermedad crónica de siempre, todo ello con una fractura casi insoldable entre la masa social y el club, que sólo la imposibilidad de asistencia al pabellón ha evitado más de un partido con “música de viento” y no sólo hacia la cancha, aunque los jugadores hayan hecho méritos sobrados para ello.
Me pregunto que si quienes tienen que decidir van a oír a la gente que conoce el entorno, si van a dar el paso al frente y van a procurar que los que gobiernen el club (que obligatoriamente la temporada próxima va a ser muy diferente), sean profesionales, que se jueguen su sueldo y que tengan las atribuciones necesarias para poder gestionar con diligencia e independencia los activos que tengan en su mano, porque no podemos olvidar que de aquí, más allá del banquillo y muy pocas veces, no se ha ido nadie fulminado por una mala gestión.
Para elegir ahora, deberían preguntarse si es preferible tener a un equipo directivo que no dé problemas y acate la misión que se les encomiende, o prefieren tener a gente que se jueguen cosas tangibles, además de tener una ilusión y una vocación, que, de no tenerlas terminan derivando en un hartazgo del puesto que se transmite al exterior, sea por atacar a todo lo que no comulgue con la versión oficial o por la ausencia en la comunicación, otra de las feas costumbres a erradicar en la Avenida Gregorio Diego.
Mientras tanto, ¿qué decir de entrenador y jugadores?, aunque no haya sido capaz de enderezar el rumbo, creo que el de Korydalos es el adecuado para llevar al Unicaja, si se le implica con claridad en el proyecto será un activo importante, aunque hay muchos jugadores con contrato, hay que hacer una limpieza importante y que para ello se tendría que haber empezado desde el nombramiento del presidente, algo que de haberse hecho al instante de dimitir Eduardo García, hubiera dado dos meses de ventaja para preparar el nuevo curso.
Hay mucho trabajo, muchas dudas y mucha incertidumbre, para ello, empezar a tener claro qué tipo de organización se quiere es básico para saber hacia dónde se dirige el baloncesto en Málaga, algo que no sé si se habrán preguntado.