Fracaso y esperanzas.

26 Ene

Entre lo que escribí la semana pasada y lo de ahora, ha ocurrido de todo, y dentro de lo que cabe, esperado. La derrota/bochorno perpetrada por el equipo del Unicaja en Mónaco trajo la también esperada salida de Luis Casimiro Palomo, y, pese a la llegada de Fotis Katsikaris como nuevo inquilino del banquillo cajista, otra derrota. Se completa así este momento dorado en las relaciones baloncestísticas Málaga-Sevilla, para estos últimos, claro, porque desde 1990, sólo en dos temporadas, la 1992/1993 y la 1998/1999 cayó el Unicaja en todos los enfrentamientos ante los vecinos, con la denominación que fuera por parte sevillana.

Fracaso. Es lo que se me viene a la cabeza pensando en la salida de Luis Casimiro, y no ciño ese calificativo al entrenador manchego, está claro que el responsable del primer equipo es el que es, pero el término fracaso hay que extenderlo, porque el acreedor a la renovación el junio pasado no se ha transmutado en tan poco tiempo, simplemente, ha dejado de ser útil, y pese a que no ha sido el típico díscolo que vemos de vez en cuando en el banquillo local, al final ha dejado de ser el pararrayos que ansía y necesita tanto el palco cajista.

Ese buen trato exhibido por Luis Casimiro, quizá le sirvió para renovar, pero al final lo ha condenado, aferrado a una buena racha de victorias, pero con un juego deficiente y poco fiable, se alargó una estancia que al final, puede que haya hipotecado gran parte de la temporada, porque en breve, el futuro de la Eurocup puede estar decidido en negativo para los de verde.

Tampoco se libran los jugadores, que en el partido del Principado haya 21 pérdidas y ninguna recuperación no deja de ser un dato que alguna estadística avanzada sería capaz de explicar, pero me parece indigno de un equipo profesional. Que los miembros de la primera plantilla dejaron de conectar con su entrenador tiempo atrás, también ha sido palpable.

Ahora llega Fotis Katsikaris, doce temporadas en ACB en media docena de equipos y sexta vez que entra en un proyecto con la liga empezada, su llegada es una buena noticia, es un entrenador contrastado, que no va a necesitar mucho tiempo para identificar las necesidades del equipo y lo que demandan las competiciones, y habitualmente ha tenido un nivel de exigencia, que si dejan que cuaje en Málaga va a ser una buena noticia, porque aquí, si ha habido buenas temporadas ha sido cuándo el entrenador de turno ha apretado a jugadores y directiva.

En contra, las últimas experiencias en ACB, ambas en los dos equipos canarios no terminaron bien para el de Korydallos, y más que todo esto, pensar que el único problema que tenía el Unicaja era que el discurso de Luis Casimiro había dejado de calar en el plantel sería una soberana tontería. El problema real es de mucha mayor importancia y es conocido de sobra.

Tal vez reconocer que hay que arreglar otras cosas aparte de cambiar de entrenador en el Unicaja puede ser el principio de la solución, ahora, sabiendo que Katsikaris se va a emplear para solucionar los males de esta plantilla en la cancha, hay que pedir que los que están por encima realicen convenientemente su labor sin inmiscuirse en lugares dónde no deben hacerlo.

Pediría que los fichajes vengan por la dirección deportiva en connivencia con el banquillo, sin mayor aportación por parte de los consejeros que sea encajar en el presupuesto, que éstos generen los recursos necesarios para poder disponer de mayor dinero, y que los consejos que emitan se limiten al plano económico, que dejen el deportivo a los profesionales del tema, que son los que se juegan el salario, para aficionados que saben de esto porque han visto muchos partidos, tenemos los bares llenos, incluso en estos momentos de restricciones por pandemia.

Calificar todo esto de difícil y complicado es algo normal, espero como todos que algún refuerzo llegue para solventar las carencias del anteriormente conocido como el equipo “supercompensado”, y si encima, el plano lesiones -ése que afecta a todos los equipos- se vea más lejos que ahora, será lo mejor. Quizá se me pueda tildar de iluso, pero me niego a tirar otra temporada más, en serio, me niego a aceptarlo.

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