Tengo que reconocer que aunque me pongan un partido del equipo nacional, en fechas de temporada de invierno, lo que me pide el cuerpo es tener partidos de liga al llegar el fin de semana, también ver los partidos de competición europea a la mitad de la misma, así que los dos encuentros que ha disputado el conjunto entrenado por Sergio Scariolo ante Israel y Rumanía, con toda la importancia que tienen, mucho más tras salir derrotados el sábado ante los asiáticos, me traen la sensación de estar trasplantados en un lugar que no es el suyo.
Aparte del disgusto que supone ver caer a la selección española (actual Campeón del Mundo, que no se nos olvide), tal vez haya que tomarse todo esto como la nueva normalidad que realmente no se sabe cómo va a terminar, pero la verdad es que altera cualquier tipo de plan original.
Incluso alejándome del consabido consuelo de tontos, el caso de España no es único, en similar situación de caer frente a un equipo a priori inferior también se ha visto Serbia frente a Suiza, aquí haciendo además bueno el refrán de “no hay peor cuña que la de la misma madera”, viendo como los helvéticos, comandados por los hermanos Mladjan: Marko y Dusan (este último, el autor de la canasta ganadora nacido incluso en Belgrado), daban la sorpresa, tal y como hizo Dinamarca ante Chequia y Lituania. Ya en el pasado Mundial de China, vimos como Eslovenia, actual campeona de Europa no pudo acudir, al tener que prescindir de los mejores con su selección por la consabida exclusión de jugadores NBA y Euroliga.
En este turno de las ventanas FIBA, no se ha llevado a rajatabla esta medida, hemos visto como Turquía sí ha contado con jugadores Euroliga (Shane Larkin y Melih Mahmutoglu, por ejemplo), al igual que España ha tenido a Quino Colom entre los integrantes pese a pertenecer al Valencia Básket.
La aparición del andorrano con el plantel nacional ha servido para agitar la situación del mismo con su equipo, prácticamente fuera este pasado verano y sólo su alto contrato evitó su salida de Valencia, en este momento de la temporada, es el único jugador que no ha debutado con la camiseta naranja. No quisiera yo pensar qué comentarios habría de ocurrir esto en Málaga.
Lo curioso es que pese a la derrota ante Israel, acudir a la llamada de Sergio Scariolo es el momento reivindicativo tanto para Colom, como para Javier Beirán, también defenestrado en Las Palmas, no obstante, en Málaga ya podemos ir asumiendo la situación de Gal Mekel, fuera por lesión durante doce de los diecinueve partidos que ha disputado el Unicaja, y del que lo último que supimos era que estaba pendiente de evolución para saber la reincorporación al equipo de Luis Casimiro Palomo.
No es la primera vez que se da un caso parecido al nacido en Petah Tikva, lo cierto es que, mientras que en la NBA los jugadores son piezas que intercambian las franquicias prescindiendo de lo que puedan opinar los interesados -sólo hay que revisar las redes sociales de Ricky Rubio al saberse fuera de Phoenix Suns-, en Europa la cosa cambia.
Ciñéndonos a nuestro Unicaja, hemos visto casos de jugadores que han llevado su recuperación de una forma personal o particular al margen de los intereses de equipo, casos en los que el cuerpo médico decía una cosa y el jugador aducía otra para cuidarse o anteponiendo los intereses de su equipo nacional por delante de los del club.
No voy a citar a ninguno en concreto, porque se me quedarían algunos pendientes, es algo que tampoco es exclusivo de los extranjeros, ya que también se ha dado en jugadores nacionales, con lo que algo tan razonable y lógico como velar por la salud propia, termina pareciéndose peligrosamente al egoísmo, al comprobarse que se relega del lógico primer lugar el respetar al que paga.
No es un tema de orgullo patrio ni nada parecido, es más pensar en eso me parecería tan bobo que no creo que nadie se lo creería, prefiero pensar que, a medida que la importancia del club es mayor, mayor respeto se le tiene, tampoco va relacionado con el mayor o menor sueldo, porque en los casos pasados, creo que tiene que ver con salarios más elevados que en el caso del base, lo veo como buscar un mayor escaparate.
Quizá lo único bueno que se pueda sacar de aquí, es que la vuelta a las pistas de la pareja de Alberto Díaz en la dirección cajista fue de una puesta en escena magnífica, la verdad, es que si alarga estas actuaciones en el tiempo, a nadie en Málaga le va a importar que reaparezca antes con los blanquiazules que con los verdes.