Recién terminada la versión 2020 de la Copa del Rey de baloncesto y tras asistir a la exhibición del Real Madrid para ser justísimo vencedor en el torneo, quizá es necesario analizar con algo de pausa y de manera tranquila lo ocurrido en estos cuatro días.
Aparte de lo obvio a la hora de señalar como triunfadores a la ciudad de Málaga y a las aficiones de los equipos, estuvieran o no entre los ocho participantes, a esta final ha accedido Unicaja mediante un itinerario más que favorable ya lo había comentado, y lo cierto es que el equipo llegó bien, con solvencia, y que en la final, no creo que ninguno de los integrantes del plantel cajista haya salido del pabellón contento tras el vendaval que ha impuesto el Real Madrid, pero creo que con el paso del tiempo, esto se valorará y se pondrá en su justa medida.
Uno de los motivos recurrentes esgrimidos para justificar lo favorable de los rivales cajistas para acceder a la final era el presupuesto, es cierto, los otros tres posibles rivales que había en el cuadro de los chicos de Luis Casimiro Palomo, tienen menos dinero a su disposición, quizá la mitad o algo parecido, ahora bien, si ponemos este dato, también habrá que poner que tanto Real Madrid como FC Barcelona están más cerca de triplicar el presupuesto malagueño que otra cosa, además, siendo justos, no veo lógico decir que los triunfos de Unicaja llegaron ante rivales que lo hicieron muy mal y que los de Pablo Laso lo hicieron de cine frente a todos sus adversarios, no he oído tachar de “banda” al Valencia Básket que también se llevó lo suyo.
Lo que sí que hay que tener claro es la ambición que se pone en cada encuentro, ese detalle que hemos puesto en duda muchas veces en la temporada se vio en los dos primeros encuentros, y que vimos tras la final en la rueda de prensa del entrenador local, al cual se ha criticado en muchas ocasiones por ser tibio en sus declaraciones y se le ha tachado de conformista y que tras la derrota, contrariamente a lo que podía aventurarse, no buscó evasivas, ni justificaciones, ni se mostró como casi siempre habíamos observado.
Con respecto a lo que puede significar haber jugado la final de la Copa de Rey, ya mencioné en su momento que su valor es totalmente relativo. Está claro que ganar un título está de lujo, sobre todo en este sitio que tampoco es que nos sobren, pero en este año, el objetivo y aquello por lo que hay que trabajar y conseguir a toda costa es clasificarse para la Euroliga, y a ello se llega sólo ganando la Eurocup o jugando la final si ni Valencia Básket o Alba Berlín juegan playoff esta temporada en la mejor competición continental. Tras haber procurado algún que otro cabreo con partidos indignos, lo que se ha visto en algún momento esta semana, supone reconocer que este equipo aún tiene en su mano poder completar el objetivo real, y de entrada hay que reconocer que varias derrotas han venido ante rivales que a priori son muy inferiores.
Hasta el próximo domingo 1 de marzo no vuelve la competición para el Unicaja, otra vez frente al Real Madrid en ACB, el parón en algunos de sus miembros ha de ser aprovechado para recuperar lesiones y reforzar la mentalidad del grupo, teniendo claro que el éxito pasa por ser todo lo solventes y duros que hasta ahora no se ha sido, y sobre todo, ser inconformistas con el estatus que se disfruta, porque la lógica real dice que el lugar está tras los equipos de fútbol y los de Euroliga, tolerar que no se intente desbancar a cualquiera de los cuatro indicados, mientras se cae en la mediocridad y el conformismo, es de club y equipo menor, y creo que está claro que lo visto esta semana va por otro lado.
Lo ocurrido en esta Copa del Rey, teniendo claro cómo se accedió a la ella, los rivales que ha tenido y la conclusión de la misma, es una oportunidad única para enderezar lo que ha ido torcido hasta ahora y conseguir terminar de ilusionar a mucha gente que se retiró cansada de aguantar un mensaje opuesto al rendimiento luego desarrollado, no sé si será posible o no, pero el esfuerzo y la lucha no es negociable.
Una gran oportunidad.
18
Feb