Ciclos

26 Nov

Lo del tema Euroliga y el Unicaja es una cosa que va camino de ser tan cíclica como la Navidad o las comuniones, llegada cierta hoja del almanaque, aparece Jordi Bertomeu en los medios, rodeado de toda la suntuosidad que le confieren su cargo y sus acompañantes, y habla de lo bien que está funcionando el modelo de negocio que él mismo impuso a los mejores equipos de baloncesto del continente, de todos sus anhelos e ilusiones, de sus adorados Londres y París y de cómo manifiesta sus principios versión “fecha de la reunión” que no tienen por qué parecerse en lo más mínimo a los que presentó en otro momento, pero como los anteriores, directa o indirectamente no hace sino dejar claro que el tiempo del Club Baloncesto Málaga entre los mejores de Europa pertenece a un pasado que no va a recuperarse.
Decididamente, nos hacemos mayores, porque el cabreo/revuelo/escándalo versión 2019 no ha tenido ninguna repercusión a nivel institucional y muy pocos comentarios a nivel personal, reconozco que me quedé esperando en 2015 (cuando el Unicaja dejó de tener la Licencia A) algún comentario a nivel club de manera real, no que Joan Plaza tuviera otro ataque de ego para que, defendiéndose a sí mismo, fuera el cajista más acérrimo mientras sin respuesta oficial veíamos como todo quedaba reducido a los míticos y ya amarillentos billetes de dólar con la cara del Director Ejecutivo de la Euroliga, algo que puede resultar divertido, y que a la zona noble puede reconfortar, pero ni sirve para nada, ni mucho menos va a dar que pensar siquiera un nanosegundo a los que dirigen la competición, sobre todo, porque desde dentro del club no ha habido avances para alterar el estatus, acercándose a la nueva realidad de la competición.
Si hablamos de historia, creo que es un error repetir la letanía de tantos años en Euroliga o en el Top 16, lo cierto es que esa competición no se parece en nada a la de ahora, competir entre los mejores exige una serie de condicionantes que de momento no se cumplen y que no sé si el ánimo existente es situarse para poder cumplirlos en breve.
Me pueden repetir también ese mensaje de “competir en todas los frentes”, algo que siempre sale de la boca de los dirigentes, aún teniendo en plantilla a jugadores de liga LEB, hay tal costumbre de repetir siempre lo mismo en las notas oficiales, que lo del diccionario de neolengua de Orwell es más actual que los tatuajes.
El tema presupuestario si se quiere estar arriba ha de adecuarse, como han hecho los rivales -ya sean poderosos de alcurnia o nuevos ricos-, pero quejarse de la aportación del propietario y del patrocinador porque haya bajado es como hablar mal del cafelito de mamá a primera hora de la mañana, maldito el día que lo echemos de menos, aunque digo yo que si hay equipos como el Alba Berlín, Zalgiris Kaunas o ASVEL Villeurbanne con menos de 12 millones de euros, ¿es tan imposible que los directivos puedan buscar estos recursos más allá de la tradicional aportación de Unicaja?, no estoy pidiendo fórmulas como fondos de inversión o compartir propiedad de jugadores con los agentes, pero ¿de verdad todo se reduce a la inversión pública vía Ayuntamiento o Junta de Andalucía?
Ha quedado claro que la Licencia A, que se desdeñó en su momento por “no ser tan importante”, se le adjudica los históricos que siguen arriba o a los nuevos que llegan demostrando ambición y una apuesta fuerte, mientras tanto, aquí seguimos demostrando más seriedad que nadie en cuanto a planteamientos de club, una extrema capacidad de no tomar decisiones arriesgadas con tal de no mojarse, y un lamento de incomprensión que raya el victimismo porque no entendemos cómo siendo tan idílica la Costa del Sol, no nos quieren dar una Licencia A, porque si Sergio Scariolo, Bozidar Maljkovic o Fabio Capello mantienen su casa en Marbella es porque están esperando que se les llame desde la Avenida Gregorio Diego para entrenar (aunque el Juventino lo tendría sólo regular) ¿verdad?, mientras tanto, el paso del tiempo, eso que pone todo en su lugar, nos acerca cada vez más a la parte media-media de la tabla, ya sea en Europa o España y coloca a los equipos de arriba en un lugar inalcanzable, y vale que esto no es Rusia o Turquía, con millonarias aportaciones puntuales de Gazprom o Dogus a equipos como Zenit o Darussafaka o a la misma patronal, “comprando” la plaza, pero más de la mitad de Europa hubiera matado por tener desde 1977 a Unicaja (o Caja de Ronda en su versión anterior a 1991) en el pecho de la camiseta.
Mientras tanto, la afición está en los niveles que está, demostrando que para Málaga, un pabellón de 15.000 espectadores no es necesario, porque los llenos casi no existen con menos de 11.000, y que cada día la edad media de los asistentes es mayor, sin llevarse a cabo la renovación generacional al ritmo que sería necesario, porque tanta formalidad y que el éxito se ciña a cuadrar las cuentas, clasificarnos para la Eurocup y jugar algún playoff nos ha convertido en algo que se aleja de la esencia de nuestro deporte, de tan previsibles, se está a un paso de ser inofensivos, y eso sí que no puede pasar, porque mata la pasión, y sin pasión, no hay vida.

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