Breve resumen: ha empezado la temporada 2019/2020, en cuatro días se han jugado dos partidos, el Unicaja ha jugado tan mal como en pretemporada. Todo esto es una basura y no hay nadie que sirva absolutamente para nada. Fin.
Ahora una pregunta, ¿nos quedamos con lo de arriba y me ahorro setecientas u ochocientas palabras y una buena dosis de mala leche para seguir envenenando por las redes sociales? Si alguien quiere algo de esto, hoy no toca, sobre todo porque hay cosas mucho más importantes, y sobre todo, porque para ponerse apocalíptico ya hay otros y no lo veo un puesto deseable.
Todo esto no quita que está siendo uno de los inicios más complicados –y me atrevería a decir desagradables- que recuerdo en los últimos años. Se esperaba mucho de esta temporada, quizá hemos creído que la ambición que se demandaba por parte del entorno había calado y de momento todo esto está en las ganas que se tienen, pero no se ve a nadie dando la talla.
¿Qué motivos hay para que se eche de menos a jugadores que en años anteriores aburrían vestidos de verde?, ¿estaría la gente más contenta sin haber cambiado piezas en la plantilla?, realmente no lo creo. Ciñéndome al partido del sábado, ni en los sueños más húmedos de los tres ex cajistas, dudo mucho que se imaginaran una película de mayor éxito, pero creo que sería necesario recordar que los números simplones y bastante átonos que dieron Salin, Díez y Shermadini en su periplo en Málaga, ya fuera bajo la dirección de Luis Casimiro Palomo o la de Joan Plaza, no eran algo a poner como cosas a su favor. Si fue un error no renovarles es algo que el tiempo terminará diciendo.
Claro que había motivos para no contar con ellos, la ficha (en el caso del georgiano), que Adam Waczynski tuviera contrato (por el contrario, Salin lo había finalizado) y que con Díez hubiera demasiadas veces de “lo que pudo ser y no fue” alimentan de razones a los que abogaron por su no renovación, cada punto, rebote o asistencia con el Canarias será un “ya lo decía yo” esgrimido en contra del club malagueño más que a favor de los jugadores, y tampoco lo veo justo.
Aparte de todo esto, y sin cometer la tontería de pedir la cabeza del entrenador o justificar nada por la problemática de ese chiste malo que son las pretemporadas actuales, antes que nadie me haga referencia a la igualdad de problemas para todos los equipos, tengo que reconocer que este Unicaja me resulta mucho más tierno que gran parte de los equipos ACB, da la impresión de estar mucho menos preparado y que tiene lejos el ponerse al día con respecto a los rivales.
Vale que no vamos a tener en cuenta las cinco derrotas de pretemporada, pero me resulta muy preocupante que lo que podía adivinarse malo tiene peor cara, que los defectos de según qué jugadores se han agudizado en el breve lapso de cuatro días y que las cosas buenas que se habían visto con cuentagotas, no se manifiestan. Me preocupa que los pocos momentos buenos hayan coincidido con destellos muy puntuales o que haya que tirar de los supervivientes del pasado año para intentar remontar frente a un equipo que sobre el papel no debía ganar en Málaga.
El caso genético del “reventaor” es bastante común en nuestra ciudad, pero además veo poco inteligente empezar a pedir la cabeza de uno o de otro, sobre todo, porque con tres victorias consecutivas esto se olvida, al igual que la temporada pasada, las derrotas de mitad de curso hicieron olvidar el buen comienzo, pero es necesario tener claro que el crédito no es ilimitado, y aunque aquí tenemos ese mal endémico que dice que el contrato blinda a su titular mientras no haya vencido, la competición será quien dicte sentencia más pronto que tarde, y un papel no va garantizar el puesto.
No me hace ninguna gracia tener que recurrir a pedir paciencia, sobre todo, porque sólo en el caso de Sergio Scariolo, era consciente que bajo el mando del italiano, había que esperar a diciembre para ver rendir a las piezas, pero ahora, lo que tenemos es esto, y el sentido común nos dice que habrá que actuar en consecuencia, pero en su momento.
Tiempos.
7
Oct