Tras la visita del Divina Seguros Joventut, lo que toca ahora es congratularse, dar palmaditas en la espalda y seguir con el mensaje positivo. Se ha endosado la mayor diferencia a favor en ACB y por fin, la plantilla está otra vez al completo, algo que no ocurría desde el partido frente al FIAT Turín del 19 de diciembre pasado. Así pues, si seguimos las habituales corrientes de pensamiento y de análisis, estoy esperando que alguien verbalice eso de «el cielo es el límite».
Está claro que no hay que ir por ahí, que este equipo no es bueno ahora por haber ganado con contundencia a un rival directo y equipo revelación en la Liga, ni era malo antes. Que alternase victorias y derrotas en la ACB era algo con lo que habitualmente se viene conviviendo (tenemos claro que la solidez y la solvencia es una asignatura pendiente) al igual que con las ausencias por lesión, nada que no esté entre lo habitual de la competición.
Que el conjunto de Luis Casimiro Palomo depende del acierto en el tiro de tres es algo también sabido, y que la desesperación que nos puede dar en el partido de Zaragoza no desaparece por lanzar 9 triples menos en Málaga, sino que se mitiga al pasar de un 32% a un 55% de acierto.
Camino del final de la Fase Regular, queda aún mucho tiempo para que el conjunto malagueño sea algo que de momento se echa de menos: fiable, sin reparar en lo contentos que andamos todos por la victoria frente a los verdinegros. Lo que realmente saca una sonrisa es la esperanza en que todos sigan sanos, además hemos terminado creyendo que la presencia de Alberto Díaz, Jaime Fernández y Carlos Suárez basta para que la atonía y lo insípido que en muchas ocasiones resulta el equipo, desaparezca, simplemente aportando cosas que no se entrenan.
Al final, todo va a depender del resultado de la final de la Eurocup, habrá que seguir trabajando pese a que la mentalización vaya a ser diametralmente opuesta a partir del Viernes de Dolores o del Lunes Santo, pero sería una pena desperdiciar la posibilidad de hacer las cosas en condiciones, al menos a nivel de pista, lo cual parece la única lucha que se puede hacer de forma equitativa y no desvirtuada, ya que de momento siguen siendo diez tíos disputando un balón.
No me voy a meter si es justo o no, porque desde sitios como Valencia o Bilbao en muchas ocasiones seguro que nos recordarían la Licencia A que el Unicaja terminó dilapidando. Es lo que hay y lo que se ha permitido desde aquí (que cada uno mire su responsabilidad). Pero que ni siendo campeón de Liga se pueda pelear por jugar en la máxima competición continental, me parece que no tiene ni pies ni cabeza, porque aunque desde el club nos vendan como ilusión (según Carlos Jiménez) o como aspiración (Germán Gabriel dixit) la participación en la Euroliga, estoy seguro que muchos como yo pensamos que debería ser el objetivo principal, ya sea vía ACB o Eurocup, y aún usando el presupuesto actual del club como coartada y algo que lo invalide, creo que habría que poder pensar que en un futuro cercano el «Devotion» sonará otra vez en Málaga.
Hablo de coartada refiriéndome al presupuesto porque desconozco tanto el que maneja el Club Baloncesto Málaga como el que manejan tanto los rivales en España o en Europa, a pesar de buscarlo, no he dado con ello. Mientras tanto, ¿qué queda?, esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos, si vienen acompañados de buenas actuaciones, mejor, y es curioso lo que tiene este equipo, en el que ha bastado que aparezcan los de siempre, lanzándose al suelo por algún balón para que se piense en positivo. Por lo tanto, seamos adultos, seamos serios, y ya que nuestro equipo ha colaborado sustancialmente en la jornada con más triples anotados de la liga española, no dejemos de estar ahí cuándo vengan los reveses.