Que el calendario haya echado definitivamente el cierre al periodo vacacional no significa que haya terminado el otro periodo que estamos atravesando si hablamos de nuestro Unicaja.
El equipo lleva casi un mes conviviendo con la mala costumbre de iniciarlo perdiendo no sólo el primero, sino los dos primeros partidos tanto en diciembre como en enero, si el inicio de diciembre trajo las derrotas ante Joventut y Unics (ambas lejos de Málaga), ahora, las derrotas ante Valencia Básket e Iberostar Tenerife, dejan abierta la peor racha de derrotas de la temporada actual y anímicamente, lo que se transmite es aún más sombrío.
De los últimos ocho partidos, Unicaja ha perdido cinco de ellos, y tras empezar a verse afectado por las lesiones, algo tan consustancial a nuestro deporte como al resto de los rivales, el juego, la confianza y todo lo que antes eran buenas sensaciones han caído en picado. No sólo aparecen todos los defectos que antes podían adivinarse, sino que ahora las virtudes son fácilmente liquidables por el contrario y es casi imposible volver a recuperarlas.
Casi todo el mundo coincide que la unión de las ausencias de Carlos Suárez y de Alberto Díaz, este último con recaída añadida, son una conjunción mortal para lo que puede soportar esta plantilla, la pérdida de ambos, sobre todo en lo que a personalidad y solidez en el juego se refiere y la orfandad de carácter mostrada por gran parte del plantel se está llevando casi del todo las mejores perspectivas que había generado en el arranque de curso, pero en el baloncesto actual, pensar que vas a lidiar con todas las competiciones con la plantilla que se diseña de inicio es algo poco realista, al menos, los hechos y la hemeroteca así lo dicen, sería como conquistar la Estrella de la Muerte con los Tercios de Flandes.
El problema de las lesiones no es agendable en la planificación de la temporada, no puede adjudicarse ni en el tiempo ni en los damnificados, pero lo que sí que tendría que estar previsto es de qué manera actuar ante ellas, ahora, en el momento que hay que dar una respuesta más allá de seguir la marcha sólo con nueve jugadores de forma efectiva, no vale hablar de calendarios, de tener que esperar a segundas vueltas o de lo comprimido que está el calendario cara a dos objetivos del año: la Copa del Rey y encarar el playoff de la Eurocup.
En la habitual línea de este club, Luis Casimiro Palomo se encuadra en la posición ya conocida de entrenador-portavoz, no sólo de la parte deportiva del primer equipo, sino de lo que el libro de estilo del consejo de administración dictamina, es algo muy conocido que la incomodidad para los dirigentes, ha sido siempre algo que ha jugado en contra a la hora de valorar un fichaje en Málaga, de la índole que sea.
En el discurso del entrenador manchego, siempre ha estado presente el no fichar, el no dar un paso para alterar el ecosistema idílico que tiene esta plantilla y que hacerlo porque sí, no era algo planteable, pero en mi opinión, más allá de lo obvio que es un fichaje ahora, cuando se lesionó Carlos Suárez ya comenté en público que era necesario reforzar el plantel, porque lo que había no era perfecto, la cantera no ofrece ni ahora ni a corto-medio plazo una solución por muy provisional que se pueda pensar y eso de seguir aguantando con lo que hay transmite una idea equivocada a los miembros de la plantilla, ya que por muy buen ambiente que haya, por mucha conformidad que se tenga con el trabajo realizado, las dos últimas derrotas, han colocado entre los rivales una idea de equipo frágil, con poca energía, con periodos de ausencia y una inconsistencia que es abatible a base de mayor agresividad y contundencia, un precio demasiado bajo y simple.
En el momento que reclamaba fichar por la lesión de Carlos Suárez hablaba de la problemática que podía venir en el aspecto cupos, ahora, como comentó Emilio Guerrero, no se trata de un temporero, se trata de un refuerzo, con el condicionante de la necesidad de tapar dos bajas y la obligatoriedad del pasaporte, aventurando un poco sin temor a equivocarme, lo próximo es oír que el mercado está mal, algo que llevo oyendo desde que había que pagar en pesetas, con lo cual me queda claro que no es criterio ni de Luis Casimiro ni de Carlos Jiménez, sino política de club, porque de haber actuado a mediados de diciembre, se hubiera podido acceder a mayor oferta, lo que menos me agrada es reconocer que dependiendo del inquilino del banquillo y de la publicidad que se le den a las intimidades del club, se tiene una actitud más o menos agresiva en el entorno de la competición, porque no sólo se circunscribe al tema fichajes.
En lo inmediato, es necesario que se vuelva rápido a la mejor versión, todo ello sin perder de vista que el próximo visitante en ACB, el Movistar Estudiantes tenía buscado hasta el sustituto para su entrenador y dos victorias consecutivas le han asegurado a Josep María Berrocal una continuidad que parecía de ciencia ficción, eso sí, la apuesta madrileña pasó antes por dos fichajes para reforzar su plantilla. Vienen siendo las reglas del juego.