Podría decirse que llegado el mes de febrero, aunque se llame oficialmente Copa del Rey, aparece ese periodo de tiempo en el que se generan ilusiones para que al final, el Unicaja pierda en el primer partido, empiecen a brotar los rumores sobre la configuración de los proyectos para la temporada siguiente, y el domingo se despida al personal tras el enésimo Real Madrid-FC Barcelona. No sé si se puede tomar como una libre adaptación de la frase de Gary Lineker que dice que “el fútbol es un deporte inventado por los ingleses, que saben jugar los brasileños y en el que siempre ganan los alemanes”, pero suena a repetición.
Lo cierto es que la Copa del Rey, gusta mucho, es bonita, diría más, preciosa, y ese cambio en el calificativo implica la carga sentimental que uno tiene para con este torneo, pero metido en el análisis como tal, lo cierto es que el factor sorpresa parece mitigarse y cada vez más lejano y ajeno del mismo. Viendo las últimas diez finales, sólo en la de 2009, no apareció ninguno de los dos equipos futboleros, el tema curioso se vuelve nostálgico y termina enojando, porque fue el Tau Baskonia-Unicaja, con la derrota 100-98 del equipo entrenado entonces por Aíto García Reneses, desde ahí, salvo en tres ocasiones, 2013, 2016 y 2017 en la que sólo estuvo uno de los dos todopoderosos, el enfrentamiento fue el habitual partido del siglo que parece la única razón de ser de la ACB en muchos momentos y el efímero acercamiento de demasiados medios de comunicación a nuestro deporte.
Alguno me puede decir que con el follón monumental que tiene la ACB en su seno, no iban a preferir una final canaria el pasado domingo en lugar de lo habitual, con unas audiencias televisivas que se han instalado en el calificativo de paupérrimo (un par de datos: el viernes, el FC Barcelona-Baskonia, con 150.000 espectadores quedó en segunda posición en los canales de pago tras el Girona FC-CD Leganés, pero el otro partido, el Herbalife Gran Canaria-Montakit Fuenlabrada cosechó 52.000 espectadores, el programa “30 minutos con Jamie, macarrones al horno” de Canal Cocina tuvo 58.000 espectadores). Sí, la ACB tiene muchas cosas que arreglar, pero no me creo que la solución sea el eterno más de lo mismo, repitiendo mensajes autocomplaciente con respecto a lo bonita que es la Copa, lo bueno que es nuestro baloncesto y lo que disfrutamos de los más pequeños en la Minicopa, aunque viendo a alguno de los participantes, parece que el mate del infantil de turno va dirigido a la esposa y la parejita de gemelos que alegra la vida al chaval africano que en los papeles dice que tiene menos de 15 años, me emociono sólo de pensar la pinta que va a tener al pasar una década y juegue con la selección española, porque las canteras nacionales terminarán alimentando nuestro equipo nacional, ¿verdad?
Punto irónico aparte, de esta edición me queda una idea muy por encima del triunfo del FC Barcelona, es que Nacho Rodríguez lo tiene muy, muy difícil en su posición allí, no sólo por lo complicado que es tradicionalmente esa plaza o por la “salida del armario” independentista del club azulgrana y su mutación (con todo lo negativo que conlleva) en instrumento político al servicio de una ideología segregacionista que de una vez por todas ha mostrado, aunque llevara tiempo apuntando maneras, sino por la actitud infame que la plantilla ha mostrado haciéndole la cama a Sito Alonso y mudando la piel de la noche al día con la aparición de Svetislav Pesic, creo firmemente que la vuelta del serbio-germano enriquece la competición y que la presencia de entrenadores veteranos es algo que no se puede desdeñar, pero de ahí a creer en milagros de películas de sobremesa de fin de semana me empujaría a un test de alcoholemia.
Entre todo esto, nuestro Unicaja, que volvió a caer al arrancar la competición, con mala suerte, con un buen juego durante gran parte del encuentro y la eterna incapacidad de cerrar partidos que vienen apretados. Ya parece que se empieza a abrir el debate sobre la renovación o no del entrenador y las primeras opiniones sobre la utilidad de tal o cual jugador, todo perfecto según sea el proyecto que se tenga en la cabeza, pero suponer que ya esté cerrado el modelo de club en la mente de los dirigentes cajistas es una cosa y lo que vaya a venir hasta fin de temporada otra muy diferente, sobre todo teniendo en cuenta que ya hemos tenido pruebas muy claras sobre la capacidad de cambiar un esquema en base a los resultados obtenidos y según las peticiones del entrenador –que en ese caso repetía-, porque pensar que el club va a mantener un criterio al margen del ocupante del banquillo, parece ciertamente arriesgado, mientras tanto, a intentar conseguir lo máximo que se pueda, porque el objetivo de temporada aún está intacto para conseguirlo.
Apuntes tras la Copa.
20
Feb