– Mick Dugan: Estás preciosa.
– Tess McGill: Ya, pero me gustaría un jersey o unos pendientes, algo que pudiera ponerme fuera de este apartamento.
En este diálogo de “Armas de Mujer”, la amable comedia que protagonizó Melanie Griffith en 1988 junto a Harrison Ford, un Alec Baldwin machista, primario y simplón, le regala a su novia un conjunto de lencería roja, tremendamente sexy, pero imposible para la vida diaria. Un lujo que sólo él podría calificar de innecesario, pero que a la portadora le resulta tan incómodo como prescindible.
De lujos innecesarios está llena la vida, tal vez lo que habría que pedirle a esos lujos es que su coste no hipoteque el resto de la nuestra, pero creo que eso no es algo en lo que se repare cuándo caímos en según qué tentaciones.
A nuestro Unicaja, ése que sufrimos y que a día de hoy desvela y decepciona a nuestra ignorancia, la temporada le está resultando llena de lujos innecesarios, supérfluos y que le están costando llevar la vida con la normalidad esperada.
Hablo de lujos, porque parece que querer estar en las dos mejores competiciones del continente le esté viniendo grande, pese a realizar un gran esfuerzo presupuestario, contar con una ciudad, una tradición en nuestro deporte, una plantilla, un propietario y una afición entre los mejores a priori, los resultados en estos meses de competición, arrojan una conclusión: no se está dando el nivel que requerían los desafíos a afrontar este curso.
La necesidad de afrontar este año Liga ACB, Copa del Rey y Euroliga provoca un nivel de exigencia al que de momento y salvo en excepciones, el equipo no ha dado la respuesta mínima exigible, con más decepciones que éxitos y que está llevando como consecuencia inmediata a ahondar una fractura que se cerró en falso la temporada pasada: la que se tiene con el técnico desde hace tiempo.
He escrito y declarado multitud de veces que lo mejor que le puede ocurrir a este club es que el entrenador –sea el que sea- continúe año tras año, ya que se trata de estar vinculado a resultados exitosos, pero también tengo claro que si hay una pieza que tiene marcada a fuego su fecha de caducidad en un conjunto es la del entrenador, porque, o cambia mucho él y su entorno, o la idea que en su momento era maravillosa, se presenta como algo caducado, las costumbres pasan a ser manías o vicios intolerables y las declaraciones no siguen una línea, sino que suenan a excusas repetidas hasta la saciedad. Y es que es muy malagueño: el ídolo de ayer, termina siendo el culpable de todo, es la costumbre.
Esto se arregla rápido si el balón entra y el equipo reconduce la racha, pero con lo que hay que contar sólo es con lo visto hasta ahora, con una plantilla mejor que la anterior, pero que no rinde acorde con lo que puede dar y se esperaba.
Prácticamente, la totalidad de los que opinamos en los medios estamos en ese bando tan amplio de los que no sabemos de esto, por lo tanto, desde el desconocimiento absoluto, no entiendo cómo a día de hoy, el equipo parece que sólo involuciona, que aunque reciba una oportunidad tras otra, Ray McCallum reste más que sume al equipo, ya que ahora, pese al bajo estado de forma de Alberto Díaz, éste le da más lógica al juego de ataque del equipo, estando el americano en modo extranjero de equipo malo de los setenta. Entre los exteriores, creo que sólo la evolución en los últimos partidos de Adam Waczynski parece una buena noticia, sobre todo porque los tres aleros altos no sólo no encuentran su sitio, sino que su rendimiento ha bajado sustancialmente, y aunque se nos diga lo contrario, si Nemanja Nedovic vuelve al parquet el viernes frente al CSKA es para recibirlo con palmas y olivos, no llega a nivel mesías, pero sí al de redentor.
Lo del juego interior parece un problema genético, como ser daltónico o hemofílico, algo sin cura a corto plazo, ya no es que los pívots no rindan en ataque, es que no reciben un balón en condiciones y el rebote defensivo está siendo una tortura, estando el equipo entre los peores en ambas competiciones, eso sí, Giorgi Shermadini cada vez sale más lejos a hacer ayudas, o al menos parece que lo intenta.
Del tema Dejan Musli, ya no sé qué decir, vaya por delante que me parece que es casi irrecuperable para la causa y que nunca me ha convencido como jugador, si está aquí es porque le falta algo imprescindible para triunfar en un equipo más grande o en otra competición, pero tenerlo en plantilla y no contar con él por sistema, y sobre todo a la vista del rendimiento del resto del equipo, es un lujo que no se puede permitir a día de hoy.
No me arregla nada señalar como culpable a Joan Plaza, creo que tiene tantas ganas de ver al equipo jugar bien y ganar como los aficionados cajistas (incluyéndome a mí), pero está transmitiendo una imagen más retraída y hace que aparezca cada vez más enrocado en un aislamiento que no es que lo haga inaccesible para el exterior, sino que parece que busca enemigos.
En los ochenta, Alec Baldwin me caía mal porque en cierto modo nos “levantó” a Kim Basinger y nunca me pareció buen actor, ahora, cuando es el azote de Donald Trump no me parece tan mal tipo, además en esa película, el detalle del lujo innecesario es un pecado leve en el que se cae de vez en cuando, eso sí, yo procuro disfrutarlos siempre que puedo, si tengo uno a mano, lo que no voy a hacer es desperdiciarlo.