A estas alturas de la película, está muy claro que todos los malagueños tenemos que ser madridistas, muy madridistas, casi más que don Santiago Bernabéu. Futbolerías y catetadas aparte, la filiación tiene un motivo muy claro: el único escalón que separa al Unicaja de la Euroliga es poder evitar que el Darussafaka Dogus consiga el título europeo, y la primera oportunidad está en el play off previo a la Final a Cuatro de Estambul, en el que todos, sin discusión, queremos la victoria de los de Pablo Laso.
Esta Euroliga de 16 equipos tiene para el año que viene 11 con plaza fija -la famosa Licencia A-, esos afortunados que el año pasado firmaron un contrato de diez temporadas consecutivas y que de momento seguirán estando en la competición pase lo que pase. CSKA, Real Madrid, Baskonia, Panathinaikos, Olympiacos, Anadolu Efes, Fenerbahçe, Maccabi, Zalgiris, Olimpia Milán y FC Barcelona tienen garantizado seguir jugando entre los mejores, aunque los cuatro últimos no se hayan metido en el play off. Especial mención merecen italianos e israelíes. Los de Jasmin Repesa han sido de largo los peores y los judíos tienen tradicionalmente el dinero por castigo, pero son un ejemplo de deterioro a nivel club y de pérdida de estatus no sólo en el continente, sino además en su país, donde ya no reinan como antes.
Junto a los mencionados, hay tres licencias B: los campeones de las ligas alemanas y Adriática y el campeón o finalista de la VTB. Este año, esas plazas han sido para Brose Bamberg, Estrella Roja y UNICS Kazan, este último al quedar tras el CSKA en la competición que disputan equipos de la antigua Unión Soviética. Entre los que a priori pueden pelear por el título en Alemania, junto a los actuales campeones y los preferidos por la Euroliga (el Bayern Múnich, que aparece en todas las quinielas de «deseados» para una invitación), se ha sumado el ratiopharm Ulm, líder actual. En la Liga Adriática, el Estrella Roja ha renovado el título por tercera ocasión consecutiva y en la VTB pelearán en las eliminatorias por el título CSKA, Zenit, Astana, VEF Riga, Khimki, Enisey Krasnoiarsk, Lokomotiv Kuban y UNICS Kazan.
La licencia C es la que disfrutará Unicaja siempre y cuando los de la capital no hagan lo que nos tienen acostumbrados; o sea, ganar y dejen el camino franco al título a los de David Blatt, porque ese tipo de licencia es para el campeón de la Eurocup, salvo en el caso que puede darse si ganan los turcos. O sea, que el campeón de la Euroliga no tenga Licencia A, y como los de Estambul llegaron este año vía invitación, ya se sabe, la clasificación de los blancos sería la mejor noticia.
Luego está la invitación, la wild card en esa nomenclatura snob o pija que disfrutamos o sufrimos alguna vez, esa que este año tenía el Darussafaka Dogus (digo yo que aparte de proyecto, equipo, entrenador y pabellón, ser patrocinador del torneo debe ayudar algo, ¿no?), para esta temporada. Esa plaza se destinaba a la Liga española, en concreto al primer clasificado tras los tres equipos que tienen licencia A. Reconozco que la posibilidad de ver a cinco equipos españoles entre 16 participantes no termino de creérmela, pero no debe de extrañar tampoco, al fin y al cabo soy malagueño, y como dice Jordi Bertomeu: «Las cosas no se han explicado todo lo bien que se debía en Málaga». Puede que se refiera a otras cosas, pero si junto a los tres equipos españoles casi perpetuos y el Unicaja, se pudiera sumar el Valencia Básket o el Iberostar Tenerife, mucho mejor que tener que aguantar una excusa para ver de qué manera se justifica desde la patronal colarnos a algunos de los equipos preferidos que no consigan la plaza, según esas normas mutantes que nunca sabemos cuándo vamos a encontrárnoslas.
Está claro y lo decía al principio: más madridistas que don Santiago Bernabéu. Me hubiera gustado haber escrito que tras una victoria en Barcelona, el Unicaja estaba metido de lleno entre los favoritos al título y realmente metía miedo entre los equipos de arriba, pero tras la incomparecencia de facto que presenciamos el domingo, está claro que no hay que desdeñar lo conseguido ya, y que además merece la presencia por méritos propios en la Euroliga. De todas formas quiero pensar que una mala tarde al final de la liga regular tampoco decide nada, que cuando vuelva a jugar el equipo de los últimos tiempos estaremos otra vez ilusionados porque lo merecen. Los que vimos el día de San Jorge por la televisión con el abanico en el pecho no se parecían a los nuestros.
¡Hala Madrid!
25
Abr