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14 Feb

Está claro que jugando de esta forma se puede esperar cualquier cosa, se puede creer en este equipo, e incluso se puede hasta cabrear de mala manera, porque de hecho uno empieza a pensar dónde estaba metida esta actitud y esta entrega durante los últimos meses, comienza a darle vueltas a la cabeza y termina adoptando una soberana úlcera.

Personalmente, soy bastante de darle muchas vueltas a todo, de analizar casi todo lo que desfila por delante de mis ojos, es algo que llevo mucho tiempo haciendo y que es complicado que destierre, quizá fruto de esto, partidos como el del domingo por la tarde no tenían que pillarme con el paso cambiado, porque entiendo que el equipo de Joan Plaza obligatoriamente tenía que disputar el encuentro frente a ese acorazado que es el Real Madrid, naturalmente la victoria no era obligada, pero sí la pelea, aún estando los de Pablo Laso en versión celestial y el Unicaja con todas las dudas del mundo generadas por su errático rendimiento y emitiendo todas las señales negativas que se te puedan pasar por la cabeza, pero que los chicos de verde pelearan era obligatorio.

Digo que era algo obligatorio porque es lo mínimo, que apareciera ese Unicaja que queremos y estamos esperando ver, o mejor dicho vemos con cuentagotas en los últimos tiempos, que nos recuerda que en un tiempo no especialmente lejano lo presenciado el domingo no era ninguna hazaña y que además de someter a uno de los mejores de Europa, conseguir una entrada era un imposible, aunque viniera el Slask Wroclaw un miércoles lluvioso. Puede que a esto ahora se le llame evolución, pero la situación actual conlleva que los de siempre, aquellos que estamos de manera incondicional desde hace mucho tiempo al lado del equipo, tengamos que soportar a gente de aquí con camisetas futboleras cuando el visitante es Real Madrid o FC Barcelona. Me resulta tremendamente lamentable ver el lugar de juego del Unicaja vacío la mayoría de las veces de un tiempo a esta parte y tener que soportar a aquellos que no les gusta nuestro deporte y se acercan a él con la camiseta de Cristiano o de Messi, quizá porque aún teniendo mis preferencias más allá del Unicaja y del Málaga CF, no entiendo cómo siendo de aquí te acercas al hogar del equipo de tu tierra para animar al poderoso que de forma esporádica hace pasar su cabalgata de estrellas por tu casa al enfrentarse a los tuyos, si no tienes la suerte de haber nacido en Málaga y tienes que esperar la visita de uno de los grandes para venir por aquí, mi más sentido pésame.

Una imagen de la grada del Carpena durante el Unicaja – Real Madrid. Foto: Gregorio Torres

Tal vez, esta situación en la que reconozco que soporto mejor a los guiris que han venido a animar al Maccabi (y mira que eran gritones), al Brose (esos entrañables jubilados aplaudiendo disciplinadamente) o al Estrella Roja (y daban miedito), sea una consecuencia lógica de la asignatura que el club tiene que aprobar y que se llama relaciones con el abonado, porque al divorcio latente y que se manifiesta en forma de asientos vacíos, a la falta de identificación con el plantel del primer equipo (en cierto modo por la ausencia de jugadores de cantera) y el destierro de símbolos de manera paulatina, ahora, cuando se encara la Copa del Rey de Vitoria, para el coloquio organizado en la fase final y con motivo del 40 aniversario, como participantes del mismo se cita a José María Martín Urbano, Sergio Scariolo y Aíto García Reneses, aunque he manifestado varias veces que el entrenador madrileño es para mí una pieza imprescindible para entender el baloncesto nacional de los últimos años y su palmarés merece estar esculpido en mármol por lo importante que me resulta, me parece una broma ciertamente evitable convocarlo para hablar de Unicaja y la Copa del Rey, vale que fue el último entrenador que llevó al equipo a una final, pero si desde el club se preguntara a la afición cuál es el recuerdo del paso de Aíto por Málaga, tengo mis dudas si vencería la foto con la bolsa de basura sacando sus pertenencias del párking del Martín Carpena o el tiempo muerto en el que firma su suicidio ante el Gran Canaria ante la bronca de la afición, dudo mucho que haya recuerdos agradables de su paso por Málaga, así que me cuesta trabajo identificar de manera grata el binomio Aíto-Club Baloncesto Málaga.

Para el partido del viernes en el Fernando Buesa Arena, creo que puedo retomar lo que pensaba del partido ante el Real Madrid, sólo me refiero al viernes y para nada menciono la Copa del Rey, porque tenemos pruebas de sobra para poder dar por buena la idea de estar de vuelta el sábado en casa, pero también, y por mal que hayamos podido ver al Unicaja y por potencial y motivación que tenga el FC Barcelona, a un solo partido, pensar que los hombres de Joan Plaza no están capacitados para poder vencer a los de Giorgos Bartzokas es erróneo, sobre todo si además se retoman los últimos ejemplos. No sólo pienso que la victoria es posible, sino que además, lo lógico y natural sería exigir que al menos, la entrega sea la misma y que para el próximo partido en Málaga, el crucial ante el Bayern Múnich en Eurocup del viernes 3 de marzo, no haya que recurrir a los acérrimos de Arjen Robben para llenar el pabellón, también sería bonito demostrarnos a nosotros mismos que como afición los malagueños damos tanto, que ni malas actuaciones deportivas, ni enfados con los dirigentes nos privan de la misión más importante: llenar la grada para dar soporte al equipo, es lo que hay que hacer.

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