Con los últimos partidos que hemos visto del Unicaja, encontramos cierto parecido entre el equipo que todos esperábamos y el que va a llegar a la parte complicada de la temporada en un momento de forma que puede calificarse de óptimo, para ello ha sido necesario quemar casi el noventa por ciento de la temporada y dos competiciones.
El pasado domingo se cerró la segunda competición del curso (en orden cronológico), aunque quizá la más importante.
Con la victoria del CSKA en Berlín, se cierra la última participación, por lo menos de momento, del equipo de Málaga entre los mejores del continente, en un año en el cual los rusos parecía que daban menos miedo, han cerrado una Final a Cuatro magnífica y han sido justos vencedores.
A Berlín llegaron los dos equipos más grandes actualmente en Europa en lo que a presupuesto se refiere -CSKA y Fenerbahçe- y dos sorpresas –Lokomotiv Kuban y Baskonia-.
De la participación de los vitorianos se pueden decir muchas cosas, y casi todas buenas. Con una plantilla con jugadores alejados del perfil que nos tenían acostumbrados Josean Querejeta y compañía, Velimir Perasovic ha conseguido rozar la entrada en el paraíso para completar una gran competición, que, habida cuenta la travesía del desierto atravesada en su momento, podría llegar a servir de ejemplo de redención.
Con una apuesta tremendamente arriesgada, al contratar a jugadores procedentes de equipos de rango inferior, contando como principal jugador con un Bourousis que parecía fuera del circuito y con un entrenador que no tuvo una buena experiencia en su primera estancia en Euskadi, así encaró el Baskonia la temporada y sin saber qué va a hacer en el Playoff ACB, el balance ya está siendo positivo para ellos.
Esta Euroliga entiendo que a Jordi Bertomeu le ha hecho tremendamente feliz, con la final deseada desde antes de empezar la competición, decidiéndose el campeón en un partido que ya está en la memoria colectiva y que ha dejado claro una de las premisas del dirigente catalán: el negocio es lo que prima.
Aunque el juego sea lo que nos gusta y lo que nos mueve, lo mercantil es la piedra angular de todo esto. Por el dinero se aceptan a los especímenes que pueblan las sillas de pista (aunque no tengan educación), se van a quedar fuera equipos a pesar de hacer una temporada de ensueño o se toleran en la misma Final Four gritos como los de la afición del Baskonia, calificando a la Euroliga de mafia, ¿les suena?
Vale que eso también se ha gritado en Málaga considerando beneficiados a los vascos, y casi seguro que en Valencia ha ocurrido en su día con respecto al equipo verde.
Pese a lamentar la ausencia del Unicaja para la Euroliga en un futuro inmediato, cara al playoff que está a la vuelta de la esquina, tal vez se puede tomar nota del ejemplo de carácter dado por el Baskonia, renaciendo cuándo menos podía esperarse, si a eso se le une la pericia para gestionar situaciones en los despachos, quizá se tienen dos datos imprescindibles para resolver la ecuación que procura el buen funcionamiento de un club en el baloncesto profesional.
Luego hay que añadir las lecciones que tipos como Zeljko Obradovic nos viene procurando con el paso de los años, y no me refiero al manejo de los árbitros, cosa que vemos en muchos ilustres de los banquillos. Que a los miembros de un “acorazado” como el Fenerbahçe se les pueda convencer que remontarle 20 puntos al CSKA es posible –e intentarlo casi con éxito- sólo está al alcance de unos pocos, por eso sería conveniente tomar nota de todas las lecciones que nuestro deporte nos deja a diario.
Lecciones que nos sirvieran para escarmentar de comportamientos anteriores, valorando a aquellos que significan algo para el juego, jugadores y entrenadores, y alejando a los que provocan que se pervierta todo lo bonito que tiene este deporte, casualmente menos controlables y más perjudiciales en la tribuna VIP o en el palco que aquellos que están entre esos entregados aficionados que gritaron, lloraron o rezaron en la grada.
Lanzo la pregunta al aire y que cada cual elija, ¿quién aporta más a este deporte: Nando de Colo, Zeljko Obradovic, Jordi Bertomeu o Dmitry Konov? Seguro que en un par de ellos coincidimos, ¿o será que siempre me he visto en la grada antes que en el palco o la fila VIP?