¿Inmerecido?

11 Abr

Más allá de ese nuevo “tiro en el pie” que significó el partido del domingo para Unicaja frente a Movistar Estudiantes, la semana pasada tuvo una efeméride que permanecerá en la memoria particular del club.

El que será el último partido del Unicaja en la máxima competición continental, me transmitió un sentimiento enorme de pena. Pena por abandonar la Euroliga sin remisión alguna, pena porque este sentimiento que tengo lo compartió muy poca gente (casi los mismos que vieron el Baloncesto Sevilla-RETAbet.es, ni se llenaría el viejo Ciudad Jardín), y porque algo que servía de factor diferencial, se convirtió en un castigo, más que en algo de lo que presumir o sacar pecho.

Y es que el sueño de la Euroliga, con el tiempo mudó a una pesadilla, y ha sido culpa de todos, porque lo que nos sonaba a gloria y a ilusión en su día cuando se preparaba el partido contra el Zrinjevac en septiembre de 1995, al paso de los días tuvo momentos brillantes y llenos de gloria, y otro tremendamente oscuros.

Los momentos buenos de la participación del Unicaja en la Euroliga han sido muchos, o será que a mí me gusta tanto, que la sola presencia de los grandes del continente en la cancha me emocionaba.

Recuerdo una pancarta exhibida por unos chicos en Ciudad Jardín, previa a la final de 1995 frente al FC Barcelona que decía en perfecto griego “Tiembla Olympiakos que llegamos”, el cabreo que pillé por no poder asistir al decisivo partido frente al Ulker por coincidirme con el trabajo, ir a ver al Zalgiris de Arvydas Sabonis con cuarenta de fiebre porque era la última temporada que el astro lituano jugó en Europa, ¿y qué decir del triple de Pepe Sánchez frente al FC Barcelona que dio el pasaporte a la Final a Cuatro de Atenas? Llegar al complejo olímpico en Atenas y ver en la fachada de la Sala OAKA los escudos de CSKA, Baskonia y Panathinaikos junto al abanico de Unicaja es un recuerdo que no creo que se borre de mi memoria.

Pero por otro lado, los últimos tiempos han sido vivencias agrias, de entrada, no ha sido justo que el Club Baloncesto Málaga jugara metiera en Euroliga quedando noveno (ya lo dije en su día), igual que tampoco es justo que cualquier club disfrute de una competición en condiciones diferentes del resto de los contrarios, no sé si el esfuerzo puesto desde los despachos para mantener el estatus en la organización de la Euroliga ha sido el adecuado, pero desde luego no ha dado el resultado mínimo exigible, porque se quedó fuera de la élite europea incluso antes de la expulsión sufrida en octubre pasado, ya que esta temporada se ha jugado con una Licencia B. Además, y no sólo por el partido del viernes frente a Fenerbahçe, desde el público tampoco se ha respondido, vale de muy poco los dólares con la cara de Jordi Bertoméu o los pitidos al “I feel devotion”, porque la respuesta en la grada ha sido de los de siempre, de esos –cada vez menos- “irreductibles” que han seguido siendo fieles pese a que se sabía que ésta iba a ser la última temporada entre los mejores del continente.

Si la rutina arruina relaciones, el baloncesto no va a ser inmune ni mucho menos, se ha terminado minusvalorando la participación del club por parte de tantos estamentos del entorno que esa depresión sobrevenida por la expulsión de ese paraíso llamado Euroliga me va a terminar sonando a cuento, ahora, cuando en el mejor de los casos, un martes o miércoles por la noche visite el Palacio de los Deportes el Krasny Oktyabr en lugar del CSKA, o el AEK en vez de Panathinaikos o el Trabzonspor cuando tendría que venir el Fenerbahçe diremos que es muy complicado que la gente acuda, incluso habrá que oír exigir que el equipo tiene que estar en la final por parte de los listos de turno.

No hablo de jugadores y entrenadores, porque si los que somos de aquí no hemos sido capaces de poner en valor todo esto, de defender lo nuestro, a los profesionales como mucho les puedo exigir que cumplan con su contrato, no que tengan la pasión que en muchos momentos ha faltado.

Agradecido a todos y a cada uno que han puesto de su parte para poder disfrutar del mejor baloncesto continental durante tantos años, quiero creer que  nos lo hemos merecido, pero a partir de ahora, a trabajar sin un momento de descanso para recuperar lo perdido y volver lo antes posible a ese sitio que jamás debería haberse dejado escapar. La labor va a ser muy difícil, muy complicada y va a requerir una ilusión, una madurez y una dureza mental que no sé si existe entre los que tienen que asaltar otra vez la cima de la pirámide o si estamos preparados para ello, ahora es cuándo se va a ver si como decía el gran Zeljko Obradovic “Málaga es ciudad de baloncesto y Unicaja es un club histórico”, sólo de los malagueños depende que las palabras del rey de los entrenadores –como lo calificaron en la Sala OAKA en su momento- se conviertan en sentencia firme, y que la pelea por volver a la élite sea corta y fructífera.

Una respuesta a «¿Inmerecido?»

  1. Don Juan Carlos es verdad que hemos disfrutado como enanos, hemos visto pasar a los mejores jugadores de europa de todos los paises, una pena que el viernes fueramos tan pocos, en fin a ver si pongo unas fotos que hice, esperemos volver pronto y me han gustado mucho las palabras del rey don Zeljko, una ciudad como málaga debe de estar en la euroliga, el se acordaba que este pabellon siempre estaba lleno, una pena el devenir de este club debido al poco trabajo que se ve en el club, en fin…… VOLVEREMOS PRONTO.

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