La semana pasada hablaba de la celeridad en la confección del Unicaja, ahora mismo, con el fichaje hace unos días de Richard Hendrix, se cierra el llamado por la prensa “núcleo duro” de la plantilla que manejará Joan Plaza y sólo quedarán pendientes los jugadores que vayan a completar el grupo.
Sobre la fórmula a emplear viene ahora el debate, en un principio, con el final de la temporada pasada se puso sobre el papel que tanto Germán Gabriel como Jon Stefansson tendrían que esperar a la confección final de la plantilla -cosa que ya se ha conseguido- para formar parte del plantel de la temporada 2015/2016. La verdad es que ambos veteranos se ganaron a pulso formar parte de un grupo que ha de pelear por volver a la Euroliga nuevamente, con lo elevado del precio a pagar, claro está.
Por otro lado está la casi obligatoriedad de contar con Kenan Karahodzic, Morayo Soulade y Romaric Belemene, sobre todo los dos primeros son los que aparecen en todas las listas de los miembros que han de formar parte del primer equipo. El habitual requerimiento a la cantera habla de poner por delante de los veteranos a estos tres jugadores noveles, pero la duda surge al preguntarse si son suficientes diez profesionales más dos canteranos para poder encarar con garantías todas las competiciones. A medio camino surge otra fórmula, uno de los dos jugadores de la temporada pasada y completar con jóvenes.
¿Qué fórmula se va a emplear?, ¿va a ser la correcta? Del grupo formado por Eduardo García, Carlos Jiménez y Joan Plaza se supone que ha de partir la versión elegida para cerrar el plantel, lo más normal es que si el principal valedor fuera el entrenador catalán, optase por los veteranos y dos o tres de los canteranos para reforzar entrenamientos, y puntualmente jugar con el primer equipo mientras son los puntales importantes del Clínicas Rincón jugando en LEB Plata.
Aunque el presidente, en su declaración de intenciones cuando llegó al cargo hace ya seis temporadas, pidió ideas para ser innovadores y también declaró que se había acabado la época en la que en el club mandaba el entrenador. Lo cierto es que si obviamos la importancia Unicaja Banco, propietario del club y que es el único elemento imprescindible, a día de hoy Joan Plaza, según lo que se palpa de puertas para afuera, tiene tal peso específico que lo coloca en la cima de la pirámide.
Sobre si esto es bueno o es malo, como sobre todo: dos versiones. Es malo porque de todo el grupo de integrantes que forman parte de un club, el único que tiene puesta la fecha de caducidad es el entrenador. El presidente, el director deportivo o el responsable administrativo pueden sobrevivir a errores mayúsculos que ocurran en su gestión, pero si el equipo pierde seis o siete partidos seguidos, el entrenador es el que habitualmente cae. Se podrá ver otras situaciones de lesiones, otros problemas, etcétera, pero si el equipo deportivamente no va, está fuera, sin ir más lejos, el mismo Jasmin Repesa ganó más partidos en Euroliga que Plaza, pero no lanzo la pregunta de a quién preferimos porque soy un tipo serio. Por otro lado, se puede decir que es bueno, porque los mejores momentos de la historia de este club, suceden con mayor intervención por parte del inquilino del banquillo, es cuestión de hacer memoria.
Tengo muy claro que el peso de la cantera en el primer equipo ha de ser mayor, aunque también volvería la exigencia para la estructura que monta la misma, reclamo españolizarla de una vez por todas y poner el listón verdadero más en la aportación de jugadores al primer equipo que en la consecución de títulos en categorías inferiores, que en la realidad no aportan nada que no sea el brillo efímero y están lejos del objetivo real. Por otro lado, teniendo en cuenta que, como se ha podido leer estos días, el factor Euroliga es clave para poder fichar a cierto tipo de jugadores que no vendrían a Málaga -vacaciones aparte- de jugar otra competición, entiendo que hay que imitar en cierto modo a los grandes, y para ello hay que tener una amplitud que va más allá de diez jugadores profesionales, contar no con uno o con dos quintetos, sino hasta con tres.
Sin tener que dar la razón al entrenador o a otro miembro elector del club, lo cierto es que en un momento duro y convulso, con la FIBA en el horizonte sembrando dudas entre los clubes y con la seguridad de haber perdido el escudo de protección que significaba la Licencia A que pertenece a los recuerdos del pasado, o se prepara al equipo para una lucha sin cuartel y sin prisioneros desde el primer momento en todas las competiciones, o las debilidades pasarán factura y se cobrarán un peaje más que alto.