Todavía no hay nada cerrado, pero ante este Unicaja que casi tiene solventada la presencia en la Copa del Rey de Gran Canaria y muy encarrilado el pase al Top 16, se abre la necesidad de poner mayor intensidad en el juego, mayor ambición en pos de la consecución de objetivos y mayor dureza para alcanzar el nivel que ambiciona.
Esta semana hemos contemplado la derrota ante el Alba Berlín, algo que puede verse dentro de lo normal, pero que por la forma de cosecharla no deja contento, la victoria ante el Montakit Fuenlabrada tuvo un último cuarto que tampoco gustó, empezando al propio entrenador.
Está claro que los dos últimos cuartos de los dos últimos partidos son los que nadie quiere. En Alemania bastó el entusiasmo de un equipo normalito para birlar el triunfo que estaba más que encarrilado, el domingo la fragilidad de los madrileños fue demasiado lastre para poder llevarse el triunfo de Málaga. De todas formas, dentro de las reglas del juego está que mientras más tiempo mantenga el equipo la exigencia y la ambición, menos oportunidades concederá al contrario para arrebatarle la victoria.
Lo que llevamos visto del equipo habla bien del trabajo que se está realizando, pero de estos dos partidos me quedo sobre todo con la rueda de prensa del domingo, puede ser que haya oído muchos momentos de autocomplacencia en declaraciones de entrenadores, y ahora oír de Joan Plaza la idea de querer ir algo más allá que en los objetivos me parece bien. Porque acudir a la Copa del Rey ha de ser algo más que jugar el primer partido y quedarse ahí, aunque los antecedentes inmediatos digan que ver al equipo verde es algo casi de historia antigua. La participación en Europa requiere resolver el pase a la siguiente fase lo antes posible (y conste que creo que incluso cayendo en los tres partidos restantes puede conseguirse), porque lo que conviene es transmitir que se está aquí para algo más que ir cubriendo etapas de forma testimonial, y llegar al Top 16 merece que la puesta en escena sea la de un plantel que quiere aspirar a algo más que alargar la participación sólo en el Top 16.
Quiero interpretar los últimos cuartos recientes como malos momentos, algo que no responde al horizonte que se tiene de forma más o menos próxima, y que la ambición que maneja el entrenador y que va transmitiendo al grupo no va a permitir que se repita. La humildad que Joan Plaza reclama e invoca siempre, no está reñida con apostar por llegar a todo lo alto que se quiere intentar y por lo que se trabaja.
Realmente quiero más, y está claro que sólo con el resultado no puede bastar, puede ser algo de impaciencia para ver el nivel que realmente queremos, pero entiendo que tampoco es injusto.
La visita -a la postre bastante plácida del Montakit Fuenlabrada- trajo la vuelta a Málaga de Luis Casimiro Palomo, un señor entrenador que en Málaga mereció mayor continuidad, sobre todo por su trabajo, ¿qué hubiera podido realizar aquí?, ni idea, pero espero que no volvamos a repetir una actuación idéntica en la que un apellido extranjero más o menos sonoro sea suficiente aval para entrenar al Unicaja. Junto al entrenador, también volvieron Andy Panko y Alberto Díaz, este último como a todos los chicos de cantera que han salido de Málaga, les deseo lo mejor y sobre todo que vuelvan para triunfar con la camiseta del abanico. Incluyo en este grupo a Pepe Pozas y a Dejan Todorovic (viendo sus números, la lesión parece formar parte del recuerdo). Sobre todo me hubiera gustado pensar que no hubiera sido necesario desear la vuelta de Álex Abrines y que el balear fuese ahora una de las piezas importantes de este equipo, pero esto quizá sea otro punto de ambición, lícita o no, pero que entiendo que si se piensa en la grandeza que queremos que tenga este club, y la evolución que todos le deseamos, dentro de la historia reciente, el episodio de Abrines fue algo más que la salida de un canterano: es una situación a no repetir y de la cual sacar la oportuna enseñanza.