La pregunta es más o menos recurrente y nos viene de vez en cuando a la cabeza. Saber si el baloncesto español es fuerte o no es más que habitual. De un lado, ver si las selecciones hacen o no su trabajo, con el habitual colofón que viene de la mano del conjunto senior, de otro lo que podemos pensar sobre las competiciones de club.
Sobre esto último, nuestra ACB lleva dando desde hace tiempo pasos dubitativos y con problemas que afectan a casi todos. Algo que me llama la atención este año es si la consabida y conocida crisis va quedando atrás. De momento no le veo reflejo entre gran parte de los equipos de nuestra Liga. Más o menos como viene ocurriendo entre la sociedad de a pie.
Ya metidos en agosto, con un número impar de miembros en la primera competición nacional y con el calendario desde ayer en nuestro conocimiento, hay que dejar abierta la posibilidad de la repesca del Bilbao Básket, que tiene que andar prometiendo a papá, a mamá y a los hermanitos que va a ser formal, va a pagar todos los vinos que se ha tomado y se va a tomar más que en serio todas las obligaciones que vayan viniendo de este negocio. Lo de los vascos es lo más sonoro últimamente, pero no puedo perder de vista los problemas de Manresa, Estudiantes, Joventut, Gipuzkoa… por citar a algunos equipos que son un número más que destacable y que tienen que sobrevivir en el mejor de los casos con una economía de guerra que debería de ser una excepción, pero son más que habituales dentro de la Liga Endesa.
La fortaleza del baloncesto español viene a base de una selección senior que lleva estirando una generación dorada desde hace unos quince años sin adivinarse cuando será imprescindible el relevo, unos equipos de clase alta que hace unos años eran algo más que los que vienen de la mano de los equipos de fútbol y una liga que se autodenominaba la mejor fuera de la NBA.
Esto último venía por la potencia del nivel de toda la competición. Cualquier club podía optar a buenos jugadores y la opción de contestar a los futboleros, pero lo cierto es que todo lo que menciono aquí suena a historia antigua.
Hace unos días, la web encestando.es hablaba de hasta veinticinco jugadores con vitola ACB que estaban sin equipo. Si la exclusión del Bilbao Básket es efectiva, nombres ilustres como Álex Mumbrú, Roger Grimau, Raúl López o Germán Gabriel necesitarán poner a sus agentes a funcionar a tope (si es que ya no lo están), nombres como Xavi Rey (curioso, dos pívots de la última selección española), Bernardo Rodríguez, Carlos Cabezas, Sergi Vidal, Juanjo Triguero, David Doblas, Nacho Martín, Andrés Miso o Dani Díez no tienen ni mucho menos asegurada su presencia en la próxima competición liguera.
En ese grupo hay de todo: veteranos, algún joven, pero lo cierto es que todos son jugadores que no creo que tengan en mente la retirada en algún momento inmediato, y creo que son jugadores que pueden apuntalar perfectamente más de una plantilla. Además algo que me pregunto es si nuestro deporte está en disposición de prescindir de los servicios de ellos al menos ahora.
Es una pena que mencionar a gente tan conocida y alguna tan querida por aquí y plantearse que en el mejor de los casos van a ser jugadores con presencia no importante (y por tanto un sueldo acorde) en un equipo de tipo medio, o ser algo más pero en club más pequeño y con un volumen presupuestario mucho menor. En todo momento no hay que perder de vista que más allá de FC Barcelona y Real Madrid es más que complicado atisbar quien puede aspirar a llegar más arriba. ¿Unicaja?, ¿Valencia?, ¿Baskonia? Tanto aquí como en Levante, las plantillas están casi cerradas y se ven buenos nombres, pero en ambos casos que avanzan o no se fichan jugadores por motivos económicos, y los contendientes no siempre son la NBA a la hora de discutir una contratación. En la capital vitoriana, el conocido Sergio Scariolo sigue siendo el entrenador porque aún no ha firmado el finiquito, pero está claro que el año que viene tiene más cerca ir a Los Guindos a ver entrenar a su hijo Alessandro con el infantil del Unicaja que cualquier otra cosa. Además, viendo que los jugadores más importantes de la plantilla –Andrés Nocioni y Tibor Pleiss– o han salido ya o van a salir camino de reforzar a los dos equipos de fútbol parece que la situación del Laboral Kutxa como alternativa de poder parece que está algo más lejano.
A algunos de ellos les llegará la opción del extranjero, a sitios que anteriormente no eran ni destinos remotos en su carrera profesional. Y de ser así, se tendría que ver qué relevos tendrían. El escenario peor estaría con toda seguridad en esas medianías que llegan con demasiada asiduidad en lugar de dar paso a los jóvenes de cantera, sobre todo pensando que aunque el «método FEB» tira también de nacionalizaciones interesadas y a la carta, el papel de las selecciones de categorías inferiores es más que destacable. Apostar por soluciones es difícil. Podemos optar por la teoría puesta en práctica desde hace un tiempo, que prioriza pagar la deuda macroeconómica aunque un contrato laboral no te procure un sueldo que te alcance para comer. O reducir los equipos o intentar salir de la crisis mirando hacia lo que se tiene en casa, lo cual no suele ser nunca mala solución.