Ya están entrando en danza las selecciones cara al Mundobásket de nuestra España. Poco a poco veremos qué nos parece dejar fuera de la selección a Nikola Mirotic o Carlos Suárez. O nos preguntaremos por qué no les caemos a nuestros jefes tan bien como Víctor Claver a los suyos para estar siempre entre los elegidos para las cosas buenas. Todo llegará, pero aún es momento para sacudirnos cosas de la temporada pasada. Más allá de lo que hemos vividos en la ACB, aparte de la gloria vivida por San Antonio Spurs, ante los que me quito el sombrero, y lo vivido en otras ligas, me ha llamado la atención la «defunción» vivida en Italia en la figura del Mens Sana Siena. El tema del pallacanestro actual no tiene nada que ver con el que se vivió en los ochenta y parte de los noventa. Entre que no había internet y las noticias llegaban de la manera tan particular, si nos llegan a decir que en la Lega los balones eran de oro nos lo hubiéramos creído. Equipos que dominaban las competiciones europeas (que había tres y con niveles más que apetecibles), grandes jugadores tanto nacionales como extranjeros y un glamour que hacía parecer obsoletos a los que osaban acercarse. Esa idílica situación forma parte de la historia ya pasada, casi olvidada por muchos y no vivida por otros tantos. Ahora, la vuelta a la élite de la Emporio Armani Milán, intentando recordar que son la Olimpia que en su día dominó Europa, es una buena noticia, pero que la final vivida allí haya sido el último partido en la élite de un club dominador la liga las siete últimas temporadas es motivo para deprimirse. Ésta llega seguro cuando se piensa que es algo que se repite. Como simple muestra, se pueden poner hasta cinco ejemplos diferentes de equipos que en su día fueron importantes en Europa y que con el paso del tiempo hayan desaparecido o estén en la tercera o cuarta categoría. Casos como el de Mens Sana Siena pueden compararse con los vividos por Virtus Bolonia (refundación con otro club y vuelta a primera división pero sin arañar la élite anterior) y Scavolini Pésaro, aunque seguro que los mirarían con envidia desde la ciudad del Palio. El caso también vivido por la otra escuadra boloñesa, la Fortitudo, es casi peor, tras la fusión en 2010 con la E’Vita Budrio lo llevó a la Serie A y a la Lega Due, pero la Nazionale B (la cuarta categoría) es su sitio actual tras volver a aparecer los problemas financieros. La Benetton, el equipo que en su día tuvo a gente tan grande como Zeljko Obradovic, Toni Kukoc o Vinnie del Negro, y ex cajistas como Marcus Brown, Jorge Garbajosa y otros que no menciono por no alargar (incluidos los recientes Ryan Toolson o Stefan Markovic) desapareció ante el abandono de la firma textil patrocinadora sin mayor solución que limitarse a las categorías inferiores. Lo mismo que le ocurrió al CB Zaragoza, el CAI que conocimos en su día con los hermanos Arcega o Manel Comas. Si alguien quiere ver algo de nuestro deporte en Treviso, el club que comanda Riccardo Pittis, el Treviso Basket 2012 deambula por la cuarta categoría transalpina. El caso de la conocida Montepaschi Siena viene tras la consabida crisis financiera. El equipo de baloncesto más antiguo de Italia –fundado en 1871–, tenía como soporte la Banca Monte dei Paschi, la caja de ahorros más antigua del mundo, datando de 1472. El problema vino cuando el tercer banco italiano tras la reconversión tuvo que recurrir a ayudas públicas por valor de 3.900 millones de euros en noviembre de 2012 a causa de los problemas del mercado inmobiliario. A partir de ahí, la hecatombe en todos los aspectos, tanto la entidad bancaria como el equipo. Como no podía ser de otra forma, despidos, huelgas, casi nacionalización, más despidos (en el banco) y reducción de más de la mitad del presupuesto en el club, el cual veía como su factótum, Ferdinando Minucci, era arrestado por delito fiscal y falsedad documental, pasando a manos de un administrador judicial. A pesar de todo, y por si no era duro el año, tras llegar a la final de la Lega y ganar el primer partido, Egidio Bianchi, el administrador judicial comunicaba la liquidación del club, despido de la plantilla y comienzo en la cuarta división con otros directivos. Pese a todo, los jugadores de Marco Crespi, el cual recordamos tras su paso por Sevilla, peleando por el fulgor que irremediablemente perdían, llegaron al séptimo partido, casi heroico, pero insuficiente. Tras este tipo de noticias, no sé si alegrarme de la fortuna que tenemos aquí por todo lo que rodea a Unicaja Banco y al Club Baloncesto Málaga, pero puede ser que por haber visto la gloria que tuvieron en Italia (o Grecia, ya tocará), lamento que no haya mayor fortaleza en nuestro deporte. Y lamento sobre todo que cada final de temporada traiga noticias de este estilo, porque en el baloncesto lo suyo sería que se limitaran a partidos ganados o perdidos. Simplemente...
El fulgor perdido
8
Jul