Ni milagro ni octavo

15 Ene

Final de la primera vuelta y otro revés para todos. Parece que por aquí no andamos contentos con pinchar en hueso tres de los cuatro últimos años, dejando una parte grande del prestigio que tanto trabajo y dinero ha costado por el camino.

Confieso que este año, sobre todo con el golpe de timón que se le dio a la configuración de la plantilla a mediados de verano, pensaba que la cosa iba a ir mejor. O por lo menos bien. El fichaje de un entrenador con «nombre» ayudaba, sobre todo a que se le hiciera caso desde dentro del club a la hora de tomar decisiones rápidas y que redundaran en beneficio del equipo.

Todo esto sobre el papel tiene buena pinta, la plantilla es infinitamente mejor que las anteriores y lo realmente importante sigue permanente desde la aparición del club: el propietario y mecenas que nunca falla.

La puesta en escena empieza cojeando, la incorporación del entrenador con la temporada iniciada provoca una serie de expectativas que tienen al final más de ficticias que de reales, porque observando el juego, me resulta incontestable la teoría que dice que el equipo malagueño no ha evolucionado desde la pretemporada. Si alguien lo vio desde el inicio, se ve que no ha progresado, es más, diría que no sabe hacia dónde va. La sensación de estar perdido que transmite el Unicaja es de las que realmente preocupan.

Aún por repetida, esta situación no es la misma, simplemente porque la plantilla es diferente, el entrenador también, y el estado de ánimo de la masa social del club, también. Ya he indicado antes que la plantilla me parece mucho mejor que la del año pasado, es más, la considero que tiene mayor capacidad de generar baloncesto que la de un equipo que tendría que estar en LEB Oro y que estará en Vitoria cuando el plantel de Jasmin Repesa esté castigado haciendo la recuperación del trabajo que no se realizó en verano por la ausencia del entrenador.

En el caso del croata, ha quedado claro que el debut en la liga española, no especialmente amistosa, está resultando demasiado complicado. Llegar tarde tampoco ayudó, pero lo cierto es que si hay un «método Repesa» todavía no ha llegado (o por lo menos no se nota como querríamos). Incluso visto desde fuera, no veo a ningún componente del plantel declarando eso que decía Mike Batiste sobre Zeljko Obradovic en Panathinaikos: «Vamos a morir por nuestro entrenador».

Tal vez sería conveniente tener claro en qué momento se encuentra cada uno, pensar que de las últimas experiencias en el banquillo, la de Luis Casimiro Palomo ha resultado una de las mejores. Que la exigencia a este grupo de jugadores, de entrenador y de club en general pasa por ser competitivos en todos los desafíos que se encaren: Liga Endesa, Copa del Rey y Euroliga, porque para eso la inversión realizada, el entorno, el propietario y el estatus conseguido así lo requieren. De lo contrario, incluso concediendo la no utilización de la palabra fracaso, pienso que ni por asomo se está cumpliendo los objetivos previstos, y no cubrir con la misión encomendada no es precisamente cumplir ni triunfar.

A aquellos que hemos expuesto nuestro parecer sobre el recorrido del equipo y sobre las circunstancias que lo rodean, no se nos puede obligar a que todo nos parezca bien. Recurrir siempre a la esperanza de que el equipo evolucione es incluso positivo, pero de ahí a que todo suene a poner paños calientes y justificar todas las excusas del mundo hay un paso. No estaría de más decir en voz alta en qué lugar estamos y si es un equipo que lo pasa fatal para entrar en play off y que requiere de un esfuerzo hercúleo para cumplir un objetivo medio como es entrar en la Copa del Rey, habría que considerar que algunos miembros no dan la talla.

Ante la jornada del pasado domingo, la situación del equipo, necesitado de dos derrotas ajenas, una victoria propia y una remontada del average de los contrarios para quedar octavo y entrar en la competición copera, terminó requiriendo un milagro que no se produjo. Para empezar, por deméritos propios. Créanme, miro a la tabla clasificatoria y lo peor no es la envidia de equipos inferiores en todo como Herbalife Gran Canaria, CAI Zaragoza o Asefa Estudiantes, es observar otra vez como el Caja Laboral Baskonia no tiene inconveniente en arreglar de la mejor manera posible una avería infinitamente más leve que la nuestra.

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