Ser comunista en el siglo XXI es duro. El comunista del nuevo milenio mira con ojos esperanzados cada acto de protesta, crisis o problema de un colectivo determinado. Pupilas bolivarianas o bolcheviques a la búsqueda del Palacio de Invierno prometido.
El comunista posmoderno combate el capitalismo en Twitter desde un Iphone. Muta entonces en una nueva especie: el sorbedor-soplador, que tiene su máximo exponente en el posproletariado, ese con filia a las burbujas: las inmobiliarias y las de los refrescos de cola.
Pero hay paradojas mayores que las que de forma natural surgen por ser commie en tiempos de paz en Europa, una época de unión y de auge de la ciencia y la tecnología.
Hace unos días, un representante de Podemos, que dice encarnar a los agricultores andaluces y se llama Diego Cañamero, defendió en la tribuna del Congreso de los diputados una serie de reformas del PER. Fueron palabras bien ejecutadas y sentidas por este jornalero. Cañamero fue en listas por este fin. Si bien el discurso distaba mucho de las prácticas del SAT, su sindicato. Pero no trataré el bodalismo en estas líneas. Nos quedaremos con el bonito detalle del manojo de espárragos que esgrimió y luego regaló a la presidencia.
El discurso reivindicaba el jornal y los campos andaluz y extremeño principalmente. Que se presten los medios suficientes para la supervivencia y el mantenimiento de las poblaciones rurales y su modo de vida. Terminó y una parte del hemiciclo irrumpió en aplausos. Votaron a favor Podemos y los independentistas de ERC y Bildu. Tardà le abrazó emocionado.
Iglesias felicitó orgulloso al jornalero. Siempre han comprendido los teóricos de despacho acondicionado el trabajo de sol a sol. Hoy además, con un tuit empatizan con todos los callos y hernias discales de los trabajadores del campo. Liberados pensadores otorgan un paraguas dialéctico a las aspiraciones del jornalero. Eso sí, en un tomo bien distinto y apartado del que resume sus tesis sobre lo que es un país y cuán solidarios han de ser unos ciudadanos con otros, independientemente de qué Comunidad Autónoma pisen.
Es habitual que Podemos aplauda a Bildu, muy frecuente que lo haga con ERC. También es bien conocido que en Podemos han suplantado la Constitución por Códigos Postales. Por esos pactos de cesión de latifundios a rupturistas, por esa traición de clase, son los secesionistas quienes apoyarán la moción de censura de la política troll de Iglesias y los suyos.
A Cañamero le aplaudieron y abrazaron quienes creen que los derechos emanan del suelo. Quienes quieren que los jornaleros, los mineros, los pescadores, artesanos, albañiles, ingenieros, artistas, abogados, médicos, pilotos, funcionarios, profesores…no cuenten con los catalanes cuando de algún tipo de esfuerzo en común se trate. Los que creen que es mucho más importante ayudar al terrateniente millonario que a cualquier otro con menos suerte en lo económico, si el primero vive en Cataluña y el segundo no.
Porque ese aplauso era el del peor sorbedor-soplador de todos, ese abrazo emocionado no era un abrazo de solidaridad, no era un compañero estoy contigo. Ese abrazo era de despedida y de mala conciencia.
Al jornalero le aplaudieron como se aplaude al gladiador que salta a la arena confiado en que bajarán de la grada a ayudarle cuando tenga la espada al cuello.