De acuerdo, manchan la acera y dan mucho trabajo a los barrenderos, pero hay que ser indulgentes con la floración de las jacarandas.
Para la realización de esta sección, en ocasiones el autor de estas líneas debe fotografiar edificios públicos o terrenos adyacentes, y aunque no estemos hablando de Fort Knox, donde se guarda el oro estadounidense o del Kremlin, simbólico bastión del gélido Vladimir Putin, lo cierto es que en más de una ocasión el que escribe ha tenido que dar sus datos a los agentes del orden por motivos de seguridad.
En una ocasión, por fotografiar una parcela rica en hierbas y lista para ocultar en su interior a Frank de la Jungla, porque pertenecía a la Ciudad de la Justicia; en otra, por inmortalizar la antigua Casa de Socorro del Llano de la Trinidad, que por entonces estaba bastante necesitada de rehabilitación pero que alberga una comisaría de la Policía Local.
El caso más pintoresco tuvo lugar el año pasado, cuando el firmante fotografió desde la calle un callistemon en flor o limpiatubos del jardín de la Subdelegación del Gobierno, el antiguo Sanatorio 18 de julio y hotel Caleta Palace.
Todo sea dicho, los lances fotográficos terminaron de manera cordial y es una tranquilidad saber que la seguridad de los edificios públicos funciona a estos niveles.
Ayer sin embargo no hizo falta fotografiar la jacaranda en flor de la Subdelegación del Gobierno y no porque un servidor quisiera evitar dar sus datos una vez más, sino porque toda Málaga se encuentra exhibiendo las esplendorosas jacarandas en flor, algunas de ellas centenarias y dignas de ser visitadas en algún tipo de ruta botánica jacarandosa por nuestra ciudad.
Porque poco a poco, y pese a las innegables molestias por la caída de las hojas, las jacarandas han ido extendiéndose por Málaga a causa de su increíble belleza. En los Jardines de Puerta Oscura, asoman varias de ellas entre cipreses y palmeras y el efecto visual es el de unos fuegos artificiales de color malva y violeta.
En Carranque, escoltan el camino hacia la plaza de Pío XII, una de las más bonitas de Málaga, mientras que en la de la Merced dan un tono alegre a la solemnidad decimonónica de este espacio que, no lo olvidemos, conserva los restos mortales de Torrijos y sus hombres.
De hecho, son muchas las plazas que se ajardinaron con este árbol de origen sudamericano: el jardín de los Monos, la plaza de Bailén, la del Hospital Civil o la de Capuchinos, que estos días parece salida de una novela tropical de García Márquez.
Eso sí, también hay bajas: esta primavera veraniega ya no se encuentra entre nosotros una jacaranda de más de 40 años en el Paseo de Sancha, talada en abril por Parques y Jardines a causa de su inestabilidad.
Por cierto que en los jardines del Colegio San Estanislao, en El Palo, asomada a la calle, monta guardia un ejemplar, quién sabe si contemporáneo del entonces alumno Ortega y Gasset o cuando menos, de sus primeras obras. Lo dicho: manchan bastante, pero hay que perdonarles sus fallos.