La noria de la antigua Huerta de Godino sigue su lento desmoronamiento en la calle Salvador Dalí, tres años después de que una moción municipal acordara restaurarla con la Diputación.
Una de las ventajas de las nuevas tecnologías ha sido la universalización de los vídeos chorras, de tal forma que ese veterano programa de trompazos llamado Vídeos de Primera, en cuanto concepto, puede decirse que ahora está al alcance de toda la Humanidad.
Semejante avance audiovisual permite contemplar, por ejemplo, qué le ocurre a una tarta de cumpleaños cuando, en lugar de velas, luce petardos. La batalla de tartas de la vieja película La carrera del siglo se queda en pañales comparada con el explotío de fresa, nata y bizcocho de nuestros días.
Quédense con tan impactante imagen, la de una tarta en plena deconstrucción porque -cierto que a una velocidad bastante más baja- asistimos a idéntico fenómeno en la olvidada noria de Godino, un trasto en terrenos de la Diputación buena parte de cuyas fuerzas vivas, intuye el firmante, ignora su historia, valor y puede que hasta su emplazamiento.
Es la única explicación que se puede deducir del abandono absoluto de este veterano trozo del pasado de Málaga, ligado a las labores del campo y por tanto, especialmente ninguneado, pese a tratarse de uno de los pocos ejemplos de tecnología preindustrial ligado al aprovechamiento del agua, como recordaba a este diario en 2012 el profesor Francisco Rodríguez Marín, actual presidente de la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga. El profesor, por cierto, data la noria en el siglo XVII.
A este respecto, no estaría tan lejos en el tiempo del dueño que dio nombre a la finca, Alonso Godino, que disfrutó de la huerta durante el siglo XVI.
Pero la Historia nada pinta si la construcción importa un pimiento a sus actuales dueños. Esta primavera luce además especialmente atiborrada de plantas, que continúan su persistente labor de horadar los restos de la noria y abrir grietas en la estructura, reforzada hace años con un repellado de hormigón en su mitad inferior.
Por precaución, se ha vallado el contorno, no vaya a ser que el día menos pensado, por esta desidia de décadas que no entiende de partidos ni siglas, la noria se quiebre como la tarta del vídeo y se desparrame por la vecina calle dedicada a Salvador Dalí, sin respetar ni la vía pública ni los automóviles recién aparcados.
Estamos por tanto ante un asunto en el que se dan cita el Patrimonio de Málaga y la seguridad vial, y que sigue siendo invisible para la entidad supramunicipal que, por cierto, ha puesto el nombre de La Noria a uno de sus equipamientos en los antiguos terrenos de la Huerta de Godino.
En 2016, una moción de Ciudadanos en la comisión de Urbanismo propuso restaurarla mediante la cesión de la propiedad al Ayuntamiento para además crear una plaza en torno a la Noria.
Tres años más tarde, se agradecen tan estupendas intenciones pero la noria está peor que nunca. Lo mismo termina algún día como la tarta.