Las instalaciones municipales del Hospital Noble exhiben una sonrojante maraña de cables en la fachada, amén de aparatos de aire acondicionado en la parte histórica.
En enero de hace dos años muchos malagueños nos despertamos con la feliz noticia de que el Ayuntamiento de Málaga iba a eliminar el cableado de las principales calles del Centro Histórico.
Informaba este periódico que esta actuación y otras en otros puntos de la ciudad acumulaban ya una inversión de 900.000 euros.
Calle Larios, calle Granada, Molina Lario y las plazas del Carbón, el Siglo y la Marina se iban a librar por fin de esta invasión aérea cutre y destartalada.
No hay que olvidar que la propia ordenanza municipal de instalación de equipos de radiocomunicación prohíbe en los edificios sin infraestructura común de telecomunicaciones los cables por fachadas o espacios públicos abiertos.
En estos casos, se ordenaba que los dichosos cables discurrieran por espacios comunes del edificio, patios o zonas no visibles «desde la vía pública». En resumen, que si no podían hacer mutis por el foro o el subsuelo, que por lo menos no se notaran mucho por fuera.
Pues bien, toda esta patulea de indicaciones se las pasa nuestro propio Ayuntamiento por el arco de triunfo o si prefieren algo más comedido y autóctono, por el túnel de la Alcazaba. Porque mientras nuestra administración local pide mesura visual para que no aumenten los cables colgantes, tiene una de sus sedes municipales hecha unos zorros, hasta el punto de que da cierto sonrojo pasar por ella y ver el bochinche de cables que recuerdan a los que exhiben muchas ciudades del Tercer Mundo.
Nos estamos refiriendo al maleado Hospital Noble, uno de los elementos más bonitos de nuestro Patrimonio y que nuestro Ayuntamiento ha convertido, desde el punto de vista estético y de respeto a sus propias ordenanzas, en la casa municipal de Tócame Roque.
Cuesta creer que los mismos propulsores de la Málaga Smart City exhiban sin recato en el edificio de ladrillo visto adherido al antiguo hospital tal cutrerío de cables en completo desorden, un laberinto de cobre y plástico capaz de atrapar de por vida a cualquier Teseo con ganas de encontrar una salida.
Porque el edificio que alberga el Área de Sostenibilidad y Medio Ambiente y el Servicio de Parques y Jardines exhibe cables sueltos que no llegan a ningún lado, cables enmarañados y otros en forma de guirnaldas que cruzan las ventanas.
La paradoja es que el único espacio sin cables y el más pulcro es el que se corresponde con la fachada de la Cofradía del Descendimiento.
Y en la fachada principal del Hospital Noble, también sin recato, un número apreciable de aparatos de aire acondicionado que ya podían, cuando menos, disimular para no ofrecer una imagen tan descuidada de un bien patrimonial.
En resumen, en la casa municipal del herrero, cuchillo de palo y cables a punta pala.