Junto a la calle Jacob, una larga acequia cubierta se ha convertido en un esplendoroso mirador sobre el finisterre del término municipal y en un botellón privilegiado.
En junio del año pasado el autor de estas líneas se daba una vuelta por Campanillas, un rincón privilegiado lleno de florecientes cultivos, un río, un parque tecnológico y a tenor de lo que cuentan los vecinos, carente aún de necesarios equipamientos e infraestructuras (el metro hasta el PTA lo echan en falta como el agua).
El regreso a los mismos andurriales tuvo lugar el pasado martes, para comprobar el estado de revista de un mirador único, con vistas tan envidiables como la de su pariente, el mirador de Gibralfaro.
En realidad, hablamos de un paseo en altura, sobre una acequia cubierta. Unos pocos cientos de metros a la espalda de la iglesia del Carmen y la calle Jacob que recuerda, por sus hechuras, a las que también disfrutan los vecinos de Churriana en varios puntos del barrio.
Porque este improvisado mirador tiene debajo, tras un gran desnivel, el Parque Lineal y el arroyo de la Rebanadilla y en lontananza, la Sierra de Mijas, los dos alhaurines, Cártama y el Valle del Guadalhorce a disposición del espectador.
Si algún día la acequia deja de tener su función y el Consistorio adquiere los terrenos, aquí tendría, prácticamente hecho y a falta de barandillas, un paseo idílico que, en cualquier caso, debería cuidar.
Porque en la actualidad se aprecian en el paseo varias sillas de plástico y rodeando el mobiliario un amplio catálogo de latas de alcohol que no han terminado en la papelera. Contemplar una puesta de sol, admirar la luna llena y darle al bebercio para luego ponerlo todo espurreado de porquería es como leer unos versos de Becquer a un ser querido y a continuación, darle con el libro de las Rimas en la cabeza.
Lo que fascina de este enclave, aparte de la belleza del paisaje, es que persista, quién sabe si por lo siglos de los siglos, un enorme cartel publicitario oxidado y desvencijado junto a esta acequia y pegado a la parroquia, cuyos elementos (los que sobreviven) cualquier día de fuerte viento pueden terminar ladera abajo en la urbanización que hay justo debajo. Es un mirador. Miren por él.
El lapsus
En la presentación del libro sobre los cien años del edificio del Ayuntamiento, que tuvo lugar la pasada semana en el Salón de los Espejos del Consistorio, varios funcionarios y funcionarios jubilados no aplaudieron la intervención del alcalde, porque según explicaron a esta sección se olvidó de mencionar a los trabajadores municipales en el capítulo de agradecimientos, en el que abundaron los nombres de políticos.
Sin duda, un lapsus, porque los cargos públicos entran y salen pero los que de forma continuada están en el tajo son los funcionarios, algunos de los cuales han llegado a dedicar cuarenta y hasta cincuenta años de vida laboral al Ayuntamiento.
Bastante acertado. Yo hace unos 3 años tambien envie 4 fotos del mismo mirador lle o de basuna, latas, botellas, plasticos, etc. Instalaron como solucion para papelera. La rompieron y siguieron con sus mierdas, 3 años desoues todo sigue igual, a pesar de que veo de vez en vez a funcionarios de limpieza, haciendo su trabajo. Pero los que beben y fuman cosas de Marruecos, siguen estanto ahi todos los dias.