Hace un siglo largo que en nuestro callejero sobrevive, con protección arquitectónica de primer grado, una casa de verano en la calle Actriz Rosario Pino, que perteneció a un boyante exportador de frutos
Pese a las últimas demoliciones de edificios que ningún político sensible o bien informado habría osado tirar, en Málaga quedan todavía construcciones memorables del pasado, e incluso que se encuentran en el Catálogo de Edificios Protegidos, con la particularidad de levantarse fuera del Centro Histórico.
Pese a ello, continúan en pie para las próximas generaciones… o de momento para las actuales porque con el montaraz urbanismo malaguita no podemos estar seguros de nada.
Hablamos de una casa que tiene la suerte de ser una de las diez únicas construcciones protegidas en la zona norte de Málaga, que incluye El Ejido, la zona del Seminario, pero también otras como Segalerva o el Cementerio de San Miguel.
Ayer hablamos de una parcela triangular olvidada en la calle Actriz Rosario Pino, a espaldas del asilo de mujeres de Capuchinos.
En la misma calle, en el número 8, subsiste una preciosa vivienda para milagro de propios y extraños. Sin duda ayuda el que cuente con una protección arquitectónica de primer grado.
La ficha del PGOU informa de que fue la primera sede social de la famosa empresa de vinos Hijos de Antonio Barceló, en 1914.
Se trataba de algunos de los doce hijos que decidieron seguir la aventura vitivinícola de su padre, el malagueño Antonio Barceló Madueño, fundador de la empresa familiar en 1876. Una vieja postal y datos de los vecinos en la red también informan de que fue además la casa del importador y exportador de frutos José Segalerva, que tenía los almacenes en el edificio de al lado, el luego Cuartel de Segalerva.
El firmante no cuenta con más datos sobre este exportador, así que si algún vecino o investigador puede aportarlos, mejor que mejor e iremos informando.
Se trata de una casa de estilo regionalista de tres plantas, la última, un precioso mirador. Es una vivienda de recreo que, valga la redundancia, casaría perfectamente en el primer tercio del siglo XX en El Limonar.
Pero se encuentra en un rincón de Capuchinos, en Segalerva, y según algunos vecinos este sería el origen de la denominación de esta zona de Málaga: el exportador de frutos José Segalerva y no el teniente Francisco Segalerva Ruiz de la Guerra de Melilla, que sería posterior.
Un precioso muro de cerramiento de ladrillo visto con grandes ventanales de arco deja paso a la casa, que es como asomarse a los inicios del siglo XX, con el suelo empedrado de la entrada con un precioso dibujo y un porche cubierto con columnas de fundición. Es villa Los Pinos, como anuncia un panel de cerámica acompañado por el escudo de la ciudad de Sevilla.
Un trozo del pasado milagrosamente intacto, pese a la presión urbanística. Si aguanta el próximo siglo, será una de las atracciones del autobús turístico eléctrico y sin conductor del siglo XXII (o del XXI ya mismo).