Una antigua cerrajería estrangula la calzada de la calle Edward Elgar y convierte esta vía de dos direcciones en una y cuarto, con el peligro para peatones y conductores, pues hay un paso de cebra justo detrás.
Con el nacimiento de La Opinión hace 20 años, el nuevo periódico de Málaga publicó un coleccionable del callejero fotográfico de la ciudad.
En Málaga estábamos acostumbrados a las fotos aéreas de la empresa Paisajes Españoles y poco más, aunque algunos veteranos habían oído hablar de un famoso vuelo americano que fotografió toda España en 1956, una colaboración entre nuestro Ejército del Aire y la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
En 1999 faltaban seis años para que naciera Google Maps, así que fue una novedad para casi todos el poder contemplar, en papel y con todo detalle, las calles de Málaga desde el aire.
En ese callejero fotográfico de la Málaga de entonces ya asoma, a modo de proa, un pequeño taller, una cerrajería en un extremo de la calle Pulgar, en el barrio de La Isla, el de familias de ferroviarios y empleados de fábricas del entorno como la Aceitera de los Van Dulken, la Harinera San Simón, la aceitera de Bernabé Fiesta o la fábrica de Óxidos Rojos.
En 1999 el tallercito era una avanzada en pleno campo, a pocos metros de las vías del tren, una zona que años antes había estado plagada de naves, fábricas y talleres como este.
Con la llegada del siglo XXI, este espacio vacío, que ya tenía reservado el paso del futuro y poco transitado puente de Juan Pablo II, se fue edificando.
El barrio de La Isla, llamado así por formar un auténtico islote de casas, encajonado entre las tapias de las fábricas, dejó su condición exclusiva e insular con la llegada de la nueva urbanización, surcada por una nueva calle que homenajea al compositor inglés Edward Elgar.
En esta calle se ha emplazado, en un pequeño espacio, la chimenea superviviente de la Fundición Ramírez y Pedrosa de calle Ferrocarril, fundada en 1916.
Lo llamativo es que, en estos veinte años de urbanización de la calle, no se ha movido de sitio el tallercito, la antigua cerrajería de calle Pulgar, que sigue en el mismo emplazamiento y la misma postura: ocupa parte de la calle Edward Elgar y estrangula la calzada, por lo que los coches tienen que estar atentos porque, a la altura de esta desvencijada construcción, las dos direcciones de la calle se convierten, como mucho, en una y cuarto.
La falta de visibilidad y el que justo detrás del taller se encuentre un paso de cebra, oculto en parte por esta construcción, es un problema más añadido.
El misterio es cómo esta antigua cerrajería no se ha demolido por una cuestión de imperiosa seguridad vial para peatones y conductores.
Ahora que la Gerencia de Urbanismo está mostrando tanto interés en demoler edificios con valor histórico o artístico, para mayor gloria del negocio inmobiliario, ya podía tomarse un poco de interés en jubilar este peligroso obstáculo que obstruye una calzada.