Cesan las aguas purulentas bajo el puente, en la confluencia del arroyo de los Ángeles con el Guadalmedina, coincidiendo con la llegada de una nueva tubería.
Hablábamos hace unos días de un puente sobre aguas purulentas -el puente que recuerda al diputado don Luis de Armiñán-que al contrario que el de Simon y Garfunkel, difícilmente podía empujar a alguien a coger una guitarra; más bien a huir de él.
Y todo se debía a una charca de aguas verdosas llena de palomas y algunas inmundicias muy bien espolvoreadas -lanzadas, lo más probable, desde lo alto del puente-. El aspecto estético era lo de menos. El problema era el olor, en absoluto embriagador, que días atrás salía de este embalse, a un tiro de piedra del doblemente precioso Colegio del Mapa (por el colegio y por el mapa en relieve de nuestros montes y ríos que en tiempos pretéritos se llenaba de agua).
Tener a tan pocos metros una representación de los ríos Duero y Guadalquivir y en la confluencia del arroyo de los Ángeles con el Guadalmedina esas aguas malolientes parecía una ironía del destino.
Consultado el responsable de Medio Ambiente, Luis Medina -Montoya, explicaba que, en efecto, se trataba de un reguero que procedía del arroyo de los Ángeles y en cuanto al color verde, se trataba de algas que, no lo olvidemos, consumen CO2. Luis hacía la siguiente reflexión y era que en Europa se estaban replanteando no seguir manteniendo enclaves como esos desbrozados y niquelados, cuando había que dejar más espacio a la Naturaleza.
En cualquier caso, también señalaba que en ocasiones se producían vertidos fecales y por este motivo, Emasa recorrió el tramo embovedado entre el Guadalmedina y la avenida de Nuestra Señora de los Clarines, la principal de Miraflores de los Ángeles, sin que detectara ningún mal olor, y sí un único aporte de agua procedente del nivel freático.
Hasta aquí, fenomenal, pero un servidor, que es de letras puras y no tiene conocimientos técnicos, seguía oliendo mal, y no era el único, pues la noticia maloliente se la dio un avezado funcionario municipal jubilado.
¿Alguna paloma que pasó a mejor vida?, ¿el agua encharcada sin más?, pues este aporte freático descendía por el cauce y formaba un apreciable charco bajo el puente de Armiñán.
En todo caso, pasaron los días y esta misma semana, un furgoneta con personal equipado y una tubería hacían su aparición en el charquito, que empezaba a disminuir bastante de caudal, posiblemente por estas obras municipales.
Explica esta semana Luis Medina-Montoya que se trata de la reposición de una tubería de Parques y Jardines y señala que quizás algún escape pudo contribuir a crear estos charcos, además del caudal del propio arroyo.
Lo dicho, el firmante es de letras puras pero la pituitaria se le activaba al cruzar el puente de Armiñán. Ahora ya no. Olía a podrido sin necesidad de viajar a Dinamarca pero ya se marchó ese aroma a otros lares. Con viento fresco. Gracias.