La casa natal de Cánovas tampoco tuvo protección

22 Mar

El 11 de la calle Nuño Gómez, casa natal ‘original’ de Cánovas, también se fue al garete como Villa Maya porque aunque tenía un innegable valor histórico carecía de valor arquitectónico.

Con el derribo de Villa Maya, símbolo de la Guerra Civil en Málaga, acabamos de comprobar que el urbanismo malaguita es como la cirugía estética: se trata de una ciencia que da sus primeros pasos y que de higos a brevas provoca errores irreparables, en este caso en la ciudad.

Todavía permanece un servidor incrédulo al conocer, de boca del propio alcalde el pasado miércoles durante una breve charla, que en la confección del catálogo de edificios protegidos que se incluyen en el PGOU, lo que manda es el criterio arquitectónico.

Con estas anteojeras urbanísticas, el valor histórico del edificio sencillamente no cuenta y por este motivo Villa Maya es hoy un solar. Nadie tuvo en cuenta la historia que aconteció en este chalé del Limonar, de gran significado para todos, en especial para los descendientes de todas aquellas personas a las que salvó el cónsul Smerdou.

Ahora se comprende que en esta ciudad de modales urbanísticos tabernarios, nadie se cuidara de proteger la casa natal de Cánovas, modesto ejemplo de arquitectura del XVIII que ha desaparecido.

Casa natal de Cánovas, la pequeña de en medio, en 2001.

Como muchos sabrán, don Antonio Cánovas del Castillo nació en la calle Nuño Gómez en 1828, en una vivienda construida en el siglo anterior que más tarde se dividió en dos. Sólo una parte, el número 11, de factura más modesta, era la vivienda original, ya que en la parcela contigua, la que hoy tiene el número 9, se construyó una casa de nueva planta y más altura.

La paradoja es que esta casa más moderna, en la que no nació el que fuera seis veces presidente del Gobierno, es la que se mantiene en pie, mientras que la parte original, desprovista de protección alguna en los diferentes PGOU, terminó en la ruina y hoy es un reluciente solar, aunque sea municipal. Conservaba una placa conmemorativa sobre su nacimiento. La casa fue demolida en 2004.

Lápida sobre Cánovas que estaba en Nuño Gómez, 11.

Existen ejemplos de desidia intelectual igual de asombrosos como el hecho de que el convento del Carmen en El Perchel no tuviera protección arquitectónica cuando empezó a ser demolido hace años: el Ayuntamiento tuvo que parar la demolición, contaba el otro día el alcalde.

Recordemos además que un anterior concejal de Urbanismo restó todo valor artístico al edificio, cuando todo el mundo sabe que los conventos de los carmelitas descalzos nunca se destacaron por la ostentación. Según este parco criterio, ni un solo convento carmelita cargado de siglos merecería conservarse en España.

Pero es que el filtro artístico y arquitectónico no puede ser el único para proteger un edificio en nuestra ciudad. Es un disparate.

Un servidor pensaba que en Málaga, una ciudad que aboga por la cultura, el valor histórico de los inmuebles estaba más que asumido a la hora de protegerlos en el PGOU, pero ya vemos que no.

Habrá que insistir: incorporen la Historia de Málaga a sus valoraciones o el Urbanismo local seguirá siendo una operación cutre y mal hecha.

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