El derribo de Villa Maya retrotrae el Urbanismo que se perpetra en Málaga a la era de las cavernas. Nuestros cargos públicos han hecho alarde de una preocupante falta de cultura.
Ahí lo tienen, o ahí la tenían. Villa Maya, en el número 19 de la calle República Argentina. Hoy es un montón de escombros.
Este precioso chalecito del Limonar superó el acoso cainita de las dos Españas durante la Guerra Civil; el desarrollismo paleto de los años 60 y 70 y hasta el alocado brote de ladrillismo de comienzos de siglo, pero no pudo con el ramplón nivel cultural que se respira en nuestro actual Ayuntamiento. Demasiados cargos públicos de nuestros días lo tendrían muy complicado para durar media tarde en Saber y Ganar. Tan peligroso como un bulldozer son los políticos sin pajolera idea de la historia de su ciudad. Villa Maya es la prueba.
Nos hemos quedado sin un símbolo de concordia entre los malagueños porque unos membrillos con sueldo público no han hecho los deberes. En cuanto a nuestro alcalde, Francisco de la Torre, estaría con la mente puesta en algún Smart City Summit y se olvidó de proteger la City real.
Qué enorme ironía que la Asociación por la Memoria Histórica de Málaga haya recibido hace unos días la Medalla de la Ciudad y en el mismo mes, nuestro Consistorio, en una muestra preocupante de desnortamiento y falta de sensibilidad histórica, haya autorizado demoler Villa Maya, esperanzador símbolo de la Guerra Civil en Málaga.
Hay que recordar que gracias a este precioso chalecito salvaron la vida familias enteras de malagueños de izquierdas y de derechas. Casi 600 personas, gracias al cónsul de México Porfirio Smerdou, que también se jugó la vida porque el consulado, en realidad, no podía dar protección diplomática alguna.
En esta casa que ya no existe y que antes se llamaba Villa Laura, nació por cierto en 1927 el veterano locutor y colaborador de este periódico Guillermo Jiménez Smerdou. Poco antes de la demolición pudo visitarla para el rodaje de un documental sobre su tío el cónsul.
Los marmolillos de la Gerencia de Urbanismo aducen que el edificio no estaba protegido. Cierto, pero el Partido Popular ha tenido 24 años para incluir Villa Maya en el Catálogo de Edificios Protegidos del PGOU o para expropiarla y salvarla. Ni se le ha pasado por la cabeza.
Resulta escandaloso que un edificio como el que acaban de demoler, de incuestionable valor histórico, no haya sido protegido porque no sea una joya de la arquitectura local. ¿Ese es el único criterio de protección?
Ahora se entiende que, con este parámetro tan corto de entendederas, la mitad de la casa natal de Antonio Cánovas del Castillo, en la calle Nuño Gómez, terminara en la ruina y luego fuera demolida.
La conclusión es que nuestros políticos tienen que interesarse más por Málaga. No basta con ocupar un despacho, hay que conocerla a fondo y eso sólo se consigue estudiando. O hincan más los codos o seguiremos con estas exhibiciones urbanísticas de incultura.
Mucho se teme un servidor que en el concurso Ahora caigo se caerían con todo el equipo. Que estudien más Historia de Málaga y no nos abochornen.