La Catedral de Málaga, Bien de Interés Cultural, se suma a la marcha de los tiempos y a la sostenibilidad, en concreto la de los patinetes eléctricos, sostenidos gracias a sus seculares muros que le sirven de aparcamiento.
Todo empezó con el espécimen zoológico del ciclista malaguita que no respeta las normas de tráfico y trata de saltarse todos los semáforos que puede.
El salto de los ciclistas a las aceras y sobre todo, su multiplicación, provocó la alarma de los peatones, hasta que llegaron los carriles bici para poner un poco de orden en el caos circulatorio.
La aparición de patinetes eléctricos, segways y motos eléctricas con ruedas del grosor de un queso manchego premiado trasladó el nerviosismo de los peatones al Centro de Málaga y también a los paseos marítimos, en los que suele imperar la ley de la selva. Eso explica el enfado de colectivos como la asociación de vecinos Limonar-Caleta, que se ha movilizado más de una vez pidiendo más seguridad para los que sólo se trasladan de un sitio a otro con las dos piernas.
Así está la situación, hasta que los patinetes eléctricos de usar y aparcar se han extendido por Málaga haciendo de su capa un sayo, en lo que a lugares para dejarlos se refiere.
Quizás el más pintoresco, por su falta de respeto a un Bien de Interés Cultural, sea el parking de patinetes que se ha organizado de la noche a la mañana al pie de la única torre de nuestra Catedral.
Los turistas que se aproximan por la calle Molina Lario a tan magno monumento intuirán, al llegar a la torre, que Málaga es una bulliciosa y caótica ciudad mediterránea en la que todo vale. Bajo el cartel que anuncia la calle Postigo de los Abades, podrán encontrar su buena ración de patinetes verdes y lo mismo en la calle del mencionado obispo Molina Lario.
El colectivo Málaga Monumental ya ha denunciado este aparcamiento monumental, porque si la moda continúa, podemos ver patinetes a la espera de clientes apoyados en las vetustas piedras de la Alcazaba, la iglesia de Santiago (azotada ya por hordas de grafiteros) o en el edificio del Ayuntamiento, para celebrar que este año cumple el siglo de vida y sus responsables políticos abogan por la movilidad y la sostenibilidad.
De hecho, hablando de sostenibilidad ya tenemos un nuevo uso para los monumentos y bienes de interés cultural de Málaga: sostener con su recia arquitectura los patinetes eléctricos. Si los canteros y albañiles de la Catedral levantaran la cabeza verían recompensados todos sus esfuerzos.
Récord conseguido
En la última de edición de la feria turística nuestros políticos superaron la marca mundial de hacer mención de la expresión francesa poner en valor, que se ha convertido en el verbo comodín para dar a entender que algo se quiere poner de relieve, reconocer, resaltar, dignificar, valorar, subrayar, destacar, reivindicar…
La pobreza de la lengua española ha obligado a nuestros cargos públicos a echar mano de esta expresión foránea (o eso o es la única que conocen).