El Ayuntamiento recupera la parcela delantera del Cottolengo con brillantez, pero falta la trasera, atrapada en un laberinto administrativo que impacienta a los vecinos.
Aunque la palabra xerojardinería no aparece en el diccionario de la RAE, pronto lo estará, pues no se trata de ningún anglicismo barato e innecesario sino de la unión de la palabra de origen griego xero (seco) y jardinería. Así que xerojardinería se refiere a los jardines pensados para plantas que no necesitan mucho riego.
Esta aclaración viene a cuento porque el Ayuntamiento de Málaga ha hecho un estupendo trabajo de xerojardinería, y en concreto, utiliza esta palabra para informar en una nota de prensa sobre la transformación de una parcela en una zona verde delante del Cottolengo.
Pero no se trata de una parcela cualquiera: hablando en plata era una auténtica porquería, uno de esos espacios terrizos en los que se almacenaban matojos, plásticos y cacas de perro. La transformacion ha dado como resultado un jardín minimalista y racionalista, la solución estética y medioambiental a pequeños espacios públicos en los que no salen las cuentas para mantener un jardín al uso.
Hay que felicitar a nuestro Consistorio por este estupendo cambio, y al mismo tiempo, animarle a buscar un solución a la parcela trasera, la que da la espalda al Cottolengo y que es una guarrería perpetua, sin olvidar que raro es el año en el que no se incendia allí un coche abandonado, que abundan más que los miércoles.
Esta sección ha dejado constancia en repetidas ocasiones de algunos de sus momentos estelares y de la preocupación que tienen los vecinos por este terreno junto a las últimas casas del Bulto, en la calle Ferrería de Heredia, junto a la calle Orfila y el Parque Huelin, al que nadie mete mano por un problema burocrático, al parecer, irresoluble.
Lo ha explicado en alguna ocasión el concejal de la Carretera de Cádiz, Rául Jiménez: la parcela perteneció a un aristócrata y no hay manera de localizar a sus herederos, así que el Ayuntamiento se limita a hacer la limpieza cíclica de este terrizo.
Quien a diario pone su granito de arena en la limpieza y extracción de objetos de todo tipo, para evitar que se convierta en un vertedero de grandes proporciones es Jorge, el aparcacoches autorizado que cuida de este espacio desde hace casi nueve años. El firmante estuvo con este esforzado trabajador a finales de julio del año pasado y fue testigo de su entrega.
La solución es complicada: este espacio degradado, rico en matojos secos en verano, se utiliza de aparcamiento pero también de depósito oficioso de coches abandonados. El Ayuntamiento ha ofrecido vallarlo, pero los vecinos no quieren perder este parking al aire libre y lo que le piden al Consistorio es que lo hormigone, pero este responde que los herederos del propietario no aparecen, y eso que estamos en la era de internet.
Algo debería hacer la administración municipal para no terminar siendo una xeroburocracia. Seca en soluciones.
La solución no tiene porqué ser dificil. Si el Plan General califica el solar como zona verde, he inicia el procedimiento de expropiación y no aparecen los propietarios, bastará con depositar el justiprecio en Hacienda y ocupar el solar y hacer un jardin más grande.
Salvo que no se quiera hacer más zonas verdes, sino unos bonitos bloques frente al mar.