Por circunstancias familiares, el autor de estas líneas visita con frecuencia Extremadura, una región que, para que se hagan una idea, disfruta de una muy discreta red de autovías, y en cuanto a los trenes, parece más seguro y puntual hacer el trayecto Badajoz-Madrid en mulo, aunque sea por etapas.
Ya quisieran los extremeños exhibir en el Congreso de los Diputados un hecho diferencial lo suficientemente lustroso como para amedrentar a los sucesivos gobiernos centrales y conseguir infraestructuras más dignas, pero no se da el caso.
En Málaga podemos darnos con un canto en los dientes; y eso que en los años 70 y como recordó en La Opinión el que fuera por entonces director de Transporte Terrestre del Ministerio de Obras Públicas, el malagueño Jesús Santos Rein, el tren de cercanías se quedó en Fuengirola para los restos y no llegó a Algeciras, ni siquiera a Marbella, porque se decidió desviar la partida para potenciar el metro de Barcelona.
Aparte de ese craso error que todavía arrastramos, en el negociado ferroviario en Málaga vegeta desde hace años un edificio de ingentes proporciones que en 2017 ya fue motivo en este diario del interés de la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial.
Se trata de la centenaria nave de los antiguos talleres de Renfe, desprovista de la fachada principal por un retranqueo a causa de las obras del metro. La nave ha caído en un lodazal burocrático, en concreto en una pugna entre la propietaria, Adif, y la Junta por ver quién arregla este cascajo (cada parte, claro, dice que debe ser la otra).
Miles de malagueños recuerdan esta nave como el Centro de Exposiciones Renfe o el Centro de Exposiciones Sur, durante muchos años el lugar de celebración de numerosos eventos, incluido El Rastrillo navideño de Nuevo Futuro.
Hoy la nave es un cadáver pétreo escoltado por hierbajos y protegido por hierros oxidados, a pocos metros de la moderna estación de tren-centro comercial Vialia. Se comprende la preocupación de la asociación de Patrimonio Industrial por el futuro de estas olvidadas instalaciones que tienen detrás una historia mucho más larga, porque originalmente pertenecieron a la Compañía de Ferrocarriles Andaluces.
Esta circunstancia, y las espléndidas hechuras del edificio, le traen al pairo a nuestro Ayuntamiento, cuyo escuálido catálogo de edificios protegidos no incluye los antiguos talleres.
La Asociación en Defensa del Patrimonio Industrial cree que la recuperación de la nave dejaría en la zona un edificio magnífico al que podría dársele un uso social, cultural e incluso deportivo. En todo caso, en 2017 un portavoz de Adif aseguró a este diario que más bien se pensaba en darle uso como oficinas de Adif y Renfe, si bien dejaba la puerta abierta a cualquier otro uso compatible.
Habrá que esperar sentados.
En la Casona del Parque estarán esperando «una oferta que no podrán rechazar» -como la del macrohotel-, con un «bocadillo» lo suficientemente sustancioso, por parte de alguna inmobiliaria o «grupo de presión» para proceder a su derribo y la posterior construcción de microapartamentos turísticos. ¿Qué apostamos…?