La enorme parcela en la que se localizaron seis esqueletos acoge hoy en su seno restos de juergas alcohólicas y el váter presente en todo solar abandonado.
En julio del año pasado, La Opinión dio a conocer la presencia de restos óseos en el enorme solar que hay al final de la calle Postigos, ya en el cruce con la Cruz del Molinillo y calle Capuchinos.
El solar albergó hasta hace cerca de una década seis casas de dos plantas muy características, acompañadas por una recia escalera de piedra que todavía subsiste en la calle, ya sin utilidad.
Los esqueletos, seis en total, fueron localizados durante una carta arqueológica previa a la construcción de unas viviendas y eran perfectamente visibles desde los pisos cercanos.
Cuestión aparte es conocer de qué época de la Historia de Málaga datan, porque aunque la Junta de Andalucía aventuró en un primer momento que podían tener relación con el convento que hubo en la zona, el de las monjas dominicas de El Ángel, que fue incendiado en el 31, el experto en la historia de los conventos de Málaga, Francisco Rodríguez Marín, que visitó la parcela tras conocer la noticia, precisó que el cementerio conventual, si bien estaba cerca, no coincidía con este solar.
¿Acaso son restos musulmanes? (por calle Frailes bajaba la muralla de unos de los arrabales de la Málaga musulmana); ¿restos romanos?, también en posible; ¿acaso son restos de religiosas más recientes en el tiempo?
Osado es dictaminar a ojo. Los expertos dirán; el caso es que, mientras dictaminan, el solar, como es tradición en esta ciudad, se está convirtiendo en un estercolero, gracias a un portón abierto. Ni que decir tiene que esa puerta es una invitación a que nuestros paisanos más arborícolas hagan de su capa un sayo. Pues sabemos que aunque hace miles de años que nuestros ancestros bajaron de los árboles, en cada generación de malaguitas hay una activa minoría que de forma simbólica homenajea sin descanso al hombre de las cavernas.
Eso explica que, ahora mismo, en el solar donde se han localizado estos posibles restos oseos centenarios, también se encuentre un váter que no tendrá más de 30 años. Tampoco falta el clásico espurreo de botellas y, mayormente, latas de bebida, que dan la impresión de haber sido deglutidas en recientes noches de parranda.
Para no cansarles, en la parcela empieza a gestarse una colección de desechos presentes en los solares abandonados malaguitas desde que arribaron los fenicios, aunque la porquería se adapta a los tiempos, por eso también exhibe el terreno una destrozada tableta o por el tamaño, lector de libro electrónico.
Y aquí tenemos, una vez más, el reto, porque ¿cómo explicar a nuestros hermanos cavernícolas conceptos tan preclaros para miles de malagueños como la limpieza, el decoro o la propiedad privada?
Habrá que darle vueltas al asunto y mientras tanto, aguardar a la datación de los restos óseos que, probablemente, serán un ventana más a la Málaga del pasado.