A punto de cumplirse un año del fallecimiento del exconcejal de Cultura, aquí va una modesta anécdota literaria, prueba de que sigue bien vivo en la memoria de amigos y admiradores.
La llegada de enero trae a la cabeza despejada del firmante un triste aniversario: el fallecimiento a mediados de enero del año pasado del exconcejal de Cultura popular Antonio Garrido Moraga.
La pérdida de Antonio coincidió, y mira que fue casualidad, con la finalización por el autor de esta líneas de una novelita de humor en la que él era uno de los principales protagonistas. Se trató de una broma conocida por el que fuera académico de la Lengua, catedrático y parlamentario andaluz, a quien uno tuvo la suerte de tener entre sus lectores. En este caso, se trataba de la tercera entrega de las insospechadas aventuras de una colonia española en el sur de Inglaterra llamada San Roque-on-the-Rocks, posesión patria desde que en 1589 se escoñaron en sus pedregosas costas tres galeones de la Armada Invencible.
A Antonio le divertía esta broma de la Historia, tan broma como el actual parque temático de Gibraltar -que Dios mantenga pronto y por muchos siglos en amistosa soberanía angloespañola- y por eso el firmante le propuso formar parte del elenco de disparatados protagonistas, algo a lo que accedió divertido.
Así que en la novela aparece Antonio Garrido con su inseparable pajarita, en los años 40, como antiguo discípulo de Unamumo y profesor de literatura española de la familia real inglesa. De hecho, con la futura Reina Isabel se propondrá adentrarse en la colonia española para que la joven princesa, de incógnito, pueda conocer a su ídolo, don José Ortega y Gasset, que ofrece una conferencia invitado por María Zambrano, que también para por esos lares.
Un año ha pasado, las novelas no se dan por finalizadas casi nunca, y tras algunos retoques, Antonio Garrido, inicialmente natural de Castellón, se ha convertido en malagueño, que era lo más lógico.
Como no saldrá hasta dentro de medio año y en este mundo actual las noticias se suceden con una voracidad que ríase usted de Saturno, no tiene el firmante complejo de culpa porque estas líneas se confundan con publicidad barata de una obra de la que, para ser coherentes, nos guardaremos el título.
Porque se trata de compartir un pequeño detalle ilusionante como que Pepe Gallego, la parte dibujante del dúo Gallego & Rey, autor de la portada, ha aceptado junto con el editor la sugerencia de quien esto escribe de dibujar como colofón, en la última página del libro, una pequeña caricatura de Antonio Garrido Moraga, a quien por cierto está dedicada, in memoriam, la obra.
Sirva esta primera crónica del año como modesto homenaje a un político que fue un lujo para España porque era inteligente, culto, irónico y generoso, virtudes que, juntas, son inencontrables en la clase política hispana, salvo honrosas excepciones.
Feliz año para todos y un recuerdo muy especial para Antonio Garrido, que sigue siendo recordado y admirado por muchos malagueños.