Poder escuchar el acento andaluz de tanto político durante dos semanas en radios y televisiones de Andalucía se ha esfumado. Ha vuelto la estrambótica moda de imitar el habla de la ancha Castilla.
Por unos días se hizo el milagro sin necesidad de que fuera jueves. El portento tuvo lugar durante las pasadas elecciones andaluzas, cuando todos los candidatos y algunos cargos enviados de refuerzo a nuestra región desempolvaron o potenciaron su oxidado acento andaluz.
Para quienes pensamos que el español que se habla en Andalucía no es ningún castigo bíblico que haya que quitarse con clases de dicción, fue una agradable sorpresa escuchar a nuestros mandamases mimetizándose con las diferentes hablas andaluzas.
Incluso Inés Arrimadas, jerezana y portavoz del partido más votado en Cataluña, sacó a relucir el acento de su tierra natal, no sabemos si por contagio, relajación o interés electoral. El caso es que remitieron esas eses finales de las palabras que en el Parlament catalán suenan como esquirlas contra el bando rival y se fue suavizando su habla a su paso por Málaga, Sevilla y otros rincones, hasta adoptar un tono sureño más apaciguador. Está por ver si de regreso a Cataluña y si continúa con esos dejes, no recibirá piropos supremacistas de la momia de ideas embalsamadas que, para fascinación de los egiptólogos, preside la Generalitat.
Momias aparte, el portento fonético de las elecciones andaluzas se ha esfumado como lágrimas en la lluvia y en buena parte de los medios de comunicación andaluces ha vuelto el acento palentino-madrileño que, al parecer, tanto se estila por las calles y plazas de Andalucía. Y así, da gusto escuchar cómo los anuncios de la Junta de Andalucía de estos días arrinconan el español atlántico, el que se habla en la América hispana, Canarias y Andalucía que es el de la inmensa mayoría de los hispanohablantes. En su lugar, trocan el habla de Juan Ramón Jiménez por el de un relamido lector de misa del madrileño barrio de Salamanca.
Y da gusto escuchar en el repaso del tiempo meteorológico, capital a capital de Andalucía, cómo los locutores parecen informarnos del tiempo y las temperaturas que imperan en Castilla y León.
Sin desdoro del español que se habla en otros sitios de España, imaginen el escándalo si los locutores de TV3, Euskal Telebista, Canal Extremadura o Televisión Canaria, que llevan toda la vida exhibiendo sin complejos el habla de sus respectivas regiones, decidieran un día dirigirse a la audiencia en castellano con la maravillosa corrección y claridad del escritor Antonio Muñoz Molina pero con su acento de Granada. Pues algo así es lo que perpetramos a diario por estos andurriales en radios y televisiones.
En el año 2018, en Andalucía seguimos con atávicos complejos anclados de los micrófonos, un caso único en España. Habría que preguntar en las facultades de Periodismo qué piensan de esta tendencia tercermundista y si los periodistas andaluces no ponemos nuestro granito de arena para desprestigiar y arrinconar una forma de hablar tan hermosa, correcta y digna como la de cualquier otro sitio de España.
Pues yo sin complejo,hablo el andaluz de Málaga y al que no le guste:que den.