El Ayuntamiento ha logrado recuperar un antiguo jardín infecto en la calle Padre Jorge Lamothe, junto al Puente de la Aurora, y lo ha transformado en un jardín japonés o minimalista que de momento ahuyenta la porquería.
Todavía pasea por Málaga un paisano que en sus tiempos mozos estaba especializado en colarse con toda la naturalidad del mundo en las mejores casetas de la Feria de Sevilla.
Bien trajeado, de buena planta y con el pelo untado a la manera sevillita, con una discreta cascada de caracolillos en la base, cuando el portero le preguntaba quién era, él respondía con aplomo: «¿Yo?, el que paga todo esto». Y siempre le dejaban entrar.
Es una táctica picaresca que nuestro Ayuntamiento no necesita emplear porque cada vez que esta crónica se pasea por Málaga, suele ser la administración local la que «paga todo esto», excepto enclaves muy acotados como la zorrera del antiguo edificio de Correos, un basurero propiedad de la Junta de Andalucía y del que hablamos hace unos días.
El Consistorio suele pagar «todo esto», es decir, nosotros con nuestros impuestos; el problema era que, de forma cíclica, se le reproducía otra zorrera que para más inri solía llegar a su clímax cuando se aproximaba la Semana Santa.
Nos referimos a este rincón sin oficio ni beneficio junto a uno de los pilares del Puente de la Aurora, en la calle Padre Jorge Lamothe, junto al pasillo de Guimbarda. Solía este rincón acumular basura en un jardincito frecuentado por indigentes y practicantes del botellón, con lo que todos los años por marzo o abril exhibía una extensión mayormente yerma y repleta de botellas y latas.
Apreciable desde el puente de la Aurora, como antesala del siniestro cauce del Guadalmedina, este rincón abyecto se encontraba además a pocos metros del simbólico olivo que anuncia la proximidad de la Casa Hermandad del Huerto y a su lado, la Casa Hermandad de la Estrella.
Días antes de la última Semana Santa esta sección advirtió del problema y el responsable de Medio Ambiente, Luis Medina-Montoya, explicó que ya estaban al tanto y que se limpiaría antes de Ramos, como así fue.
Pero esta vez, y puesto que el Ayuntamiento es el que paga todo esto, decidió dar un vuelco al asunto y transformar el jardín yermo en una especie de jardín japonés, con muchas plantas crasas y mucha arena de varios tonos para que no invite al solaz ni al bebercio tumbado en él.
Hay que felicitar al Consistorio por esta estupenda medida, que ha logrado rebajar el nivel de porquería a un puñado de latas en una esquina y poco más. A pocos metros se encuentra el fastuoso jardín junto al falso túnel que antes era un agujero lóbrego con aspecto de haber sufrido el azote de la peste negra.
Ya puestos, y como la Junta considera la antigua Correos un edificio en venta y pasa de su mantenimiento, que pida permiso a la administración autonómica para convertir su zona verde muerta en otro jardincito japonés. Suerte.