Visita a la calle que, lentamente, deja atrás su desolado aspecto de Pasaje del Terror, aunque todavía queden tramos que quiten el hipo.
A comienzos del siglo XVII el señor Tomás de Cózar era un notario desde cuya vivienda, además de dar fe de la Málaga de su época, con suerte atisbaría la parroquia de Santiago y el trasiego de los hombres, mujeres, carros y monturas que entraban y salían por la vecina Puerta de Granada.
Un lugar estratégico, suponemos, para captar clientes y así poder salir opíparamente adelante en la vida gracias a testamentos, donaciones o fideicomisos.
La paciente y, probablemente, meritoria labor del señor De Cózar le valió el premio de quedar para siempre fijado en el callejero, pues desde que pasó a mejor vida lleva su nombre la calle en la que vivió y trabajó y en la que, por cierto, justo en la esquina con calle Granada, al otro lado del dieciochesco palacio de Solesio (el empleado de los Gálvez) se encontraba la cárcel eclesiástica (la de los civiles ramplones estaba en la actual plaza de la Constitución).
Claro que cuando vivía don Tomás, la calle que lleva su nombre no continuaba por la actual calle Aventurero como hoy (en tiempos del notario así se llamaba la vecina calle Ramón Franquelo), sino que daba un requiebro, que todavía se conserva, a la altura de los Baños Árabes, para desembocar en Beatas y así se terminaba esta vía notarial.
Pero si volvemos a nuestro siglo, hay que recordar que fue en abril de 2013 cuando el Ayuntamiento mandó a turistas y malagueños a darse una vuelta forzada por este callejón, con motivo de las obras en calle Granada.
Fue también la ocasión para que el firmante acompañara a algunos asustados guiris en este desvío con pinta de pasaje del Terror, a causa de la siniestra confluencia de bastantes factores malolientes e inquietantes, desde la proliferación de pintadas insultantes hasta el olor a meado, quién sabe si humano, sin olvidar la sensación de que en cualquier momento iba a surgir Jack el Destripador, como mínimo para robarte la cartera.
Transcurridos más de cinco años de la travesía terrenal, valga la expresión, lo más esperanzador de esta estrecha calle son las obras del mencionado palacio de Félix Solesio, que por fin ha salido del marasmo para transformarse en breve en un hotel de bastante estrellato.
El resto del trayecto, con la salvedad de una esperanzadora urbanización en las proximidades de calle Aventurero, transcurre entre las mencionadas pintadas amenazantes, con la excepción de una delicada exhibición de estudios clásicos (anarquía, en griego) pero en general, muchas de ellas harían sonrojar a un hooligan beodo y todas ellas primorosamente reflejadas en las paredes, sin olvidar un clásico desde tiempos griegos y romanos: dibujos de pitos y no precisamente silbatos.
Presente en el primer plano de Málaga de finales del XVIII, el de Carrión de Mula, la calle Tomás de Cózar tiene el sabor de otros tiempos y aunque presenta mejoría, todavía le queda mucho para que sea una vía acogedora.