En los antiguos terrenos de Aceites Minerva y una vaquería se está gestando desde hace unos ocho meses una preocupante escombrera con los productos más variados.
Hay rincones de Málaga que transportan a uno a la película Gangs of New York, versión malaguita; aunque no hay que irse a la filmografía de Scorsese, pues el cineasta español Eloy de la Iglesia se sirvió de escenarios parecidos al que hoy visitamos para ambientar películas como El pico o Navajeros.
Estamos, por tanto, ante un nuevo material posiblemente inédito para la Málaga Film Office, como lo fue la entrada a la antigua fábrica de ladrillos de Salyt, que durante años ha exhibido un aspecto digno del Bronx.
Cierto eco a los barrios más deprimidos de Nueva York es el que podemos encontrar en un sitio que, en principio, parecería alejado de toda depresión, pues hablamos del reciente barrio de Parque Litoral, una zona de expansión de Málaga que ha sabido conjugar los bloques de viviendas con grandes avenidas y zonas verdes. Y sin embargo, en el Camino de la Térmica, (en el tramo del antiguo Camino de La Torrecilla), muy cerca ya de la flamante avenida de Imperio Argentina vegeta un enorme solar que Juan Carlos, un vecino que pasea por la zona, informa de que albergó una vaquería. Pero muchos malagueños recordarán esta parcela también porque desde 1972 acogió la fábrica de Aceites Minerva, cuando dejó su histórica sede de la calle Mendivil, junto a la estación de tren. Fundada en 1919, estuvo en funcionamiento hasta comienzos de este siglo.
Durante unos años, Limasa aparcó en esta enorme parcela parte de sus vehículos. Hoy alberga varios contenedores de obra, pero eso no es ningún problema. Juan Carlos, quien por cierto pasea con su mascota, un perro de la antigua vaquería, comenta que desde hace unos ocho meses ha comenzado a gestarse en estos terrenos una escombrera sin control en la que mamíferos con el civismo en el dedo gordo del pie están desperdigando sus desechos.
Quizás el colmo de la granujería sea la perpetrada por una furgoneta que, al caer la noche, recuerda Juan Carlos, desembarcó una montaña de botellas de cristal, que puede verse todavía. Hay que ser un campeón de los zopencos para desembarazarse de esta manera de un material que podría reciclarse en diez minutos. Los de Ecovidrio ya saben donde encontrar botellas.
Y como el solar es tan grande, la porquería se distribuye al gusto de sus creadores en varios puntos. Resultan llamativos una montaña de vigas de madera que parece un olvidado júas de la Noche de San Juan, juguetes varios, uno de ellos de un tamaño elefantíasico y un catálogo muy variado de muebles destrozados y electrodomésticos de todos los tamaños.
Afirma el escritor italiano Francesco Pecoraro que no hay en Roma un solar abandonado que se precie que no cuente con un solitario váter. En Málaga también puede sostenerse el mismo estándar de calidad. Ni que decir tiene que esta escombrera tiene su váter de rigor.