El desaparecido actor andaluz y catalán consideró los veranos de su infancia pasados en Málaga como los mejores de su vida, pese a las penurias de la posguerra.
La acepción original de la palabra garrulo no hace referencia a un ser capaz de atropellar un mercedes de torero en plena calle sino al charlatán, al que habla sin ton ni son. Garrulo viene del verbo latino garrio, gorjear, y por extensión un garrulo en su acepción más antigua era un charlatán.
Garrulos en sus dos acepciones están creciendo como setas en la clase política de varios puntos de España. Son esos políticos incapaces de considerar iguales a las persona que viven en su mismo corralito pero han nacido fuera, ya sea de su comunidad autónoma o de España.
Con este planteamiento garrulo, ya me dirán qué sería del famoso actor cordobés Paco Morán, natural de Almodóvar del Río pero que pasó buena parte de su vida en Cataluña, donde por cierto fue considerado un catalán más.
Paco Morán, como muchos seres humanos que se han desplazado por el mundo -con la excepción de los políticos garrulos- no se consideraba atado a un solo lugar, por eso recordaba con auténtico cariño patrio los veranos de su infancia en Málaga, los que pasó con su familia entre los siete y los diez años, en plena posguerra.
Lo contó en una ocasión en el diario La Vanguardia. El actor era hijo de una ferroviario y una costurera y tenía tres hermanos más. La familia se fue a vivir esos veranos frente a la plaza de toros de La Malagueta y se desplazaba en tranvía hasta las playas de Pedregalejo y El Palo.
En Pedregalejo, la dueña de un chiringuito les calentaba la comida que llevaban hecha de casa en fiambreras y Paco Morán recordaba que su madre, a cambio, le hizo un vestido. Cargados de bolsas, fiambreras y bañadores confeccionados por su madre, otras veces aprovechaban el empleo paterno para viajar en tren hasta Torremolinos y pasar allí el día en la playa. Y como niño que era, Paco Morán se sabía de memoria todos los elementos del trayecto: 45 estaciones y 18 túneles, «o sea que llegábamos negros de hollín», contaba.
Pese a las penurias, el actor andaluz se consideraba un privilegiado y como el resto de su familia, «gente sencilla y feliz» capaz de reírse de cualquier cosa, por eso los veranos en Málaga siempre los consideró los mejores de su vida.
¿Era Paco Morán cordobés, catalán…acaso malagueño? Pues seguramente todo eso y mucho más, entre otras cosas porque como decía Rilke, la verdadera patria del hombre es la infancia pero también lo pueden ser las patrias de adopción, mal que le pese a unos cuantos garrulos de bandera.
Experimentación
Hagan el siguiente experimento de ciencia ficción histórica: cojan a los responsables de la construcción en el siglo XVI del monasterio de El Escorial, encárguenles las construcción del Metro de Málaga y terminarán las obras en la mitad de tiempo.