El Cerro Victoria ha ido mudando de nombre a lo largo del tiempo. Una enorme pintada en la lengua de Theresa May podría hacer que volviera a una antigua denominación, aunque más larga.
Una cosa es el saber popular y otra bien distinta lo que marca la oficialidad. La prueba, tantas veces mencionada, es el Paseo de Salvador Rueda, que sólo los carteros y los turistas que consultan las guías de Málaga mencionan, pues se trata del Camino Nuevo.
Lo que no queda tan claro es cómo se llama el monte que hay por sus andurriales, y no nos referimos a Gibralfaro sino al que comparte vecindad con La Victoria desde el nacimiento del barrio. Lo del nombre del cerro viene porque ha tenido varios a lo largo de su historia. Parece que de tiempos de la conquista de Málaga, cuenta el desaparecido periodista Juan José Palop, es el nombre de Cerro de San Cristóbal. De ese nombre da cuenta la calle Subida a San Cristóbal, de la que hablamos hace poco en una crónica, porque allí se encuentra un eucalipto en plena lozanía y a punto de reventar un muro de carga que está sobre la calle Ferrándiz.
El cerro de San Cristóbal fue el escenario de una batalla entre los cristianos y las huestes de El Zegrí, al comienzo de la toma de la ciudad, en mayo de 1487. Gracias a esa victoria, el rey Fernando y sus hombres pudieron establecer sus campamentos en la zona, uno de ellos al pie de este cerro.
Sin embargo, tras la Guerra Civil el monte cambia de nombre, al menos para la sabiduría popular, a raíz de la acción propagandística de un grupo de jóvenes de Acción de Católica comandados por Rafael Cuenca Rodríguez (el dato, de nuevo es del recordado Juan José Palop). Rafael y un grupo de amigos pintaron con cal en caracteres casi hollywoodienses las iniciales de la Juventud de Acción Católica, así que por esas iniciales fue conocido durante muchas décadas como el Monte de las Tres Letras, aunque también se conoció por el Monte de Bolín, quizás por el propietario de los terrenos.
El paso del tiempo ha convertido las tres letras en un difuso recuerdo, aunque los que tienen una visión de águila todavía son capaces de reconocer no sólo el sitio sino también las letras. En un precioso y esquemático dibujo de Málaga realizado por Eugenio Chicano en los 80 el gran pintor inmortalizó las blancas J.A.C.
Tras esta etapa gana enteros la tercera de la denominaciones, la del Cerro Victoria, así que el túmulo natural vuelve a bajar de categoría (de monte a cerro) y sigue la moda administrativa del siglo XXI de exhibir el menor número de artículos posibles, así que nada de Cerro de la Victoria sino Victoria a secas (el barrio, por contra, todavía defiende a capa y espada su artículo).
Así están las cosas en este primer tercio del siglo XXI aunque hay una pequeña novedad: por la parte que da al Camino Nuevo exhibe a la mediación una nueva pintada gigante, esta vez mucho más internacional, que reza algo así como Livin Savage. Quién sabe si esta defensa de la vida loca no hará que, en décadas venideras, el cerro vuelva a ser monte para convertirse en el de las 11 letras. Veremos en qué queda la hazaña.