De carteles eternos y otros con el fatídico DPH 

27 Sep

La denuncia vecinal de que un cartel municipal publicita unas obras realizadas hace doce años no es, ni mucho menos, una rareza en los barrios de Málaga.

Quién iba a suponer que en Málaga el dicho «Los hombres pasan, las obras quedan», iba a interpretarse de forma tan literal, y no nos referimos a las obras del metro sino a todos esos carteles institucionales que permanecen enclavados en los barrios de Málaga, olvidados de todos, así que pasen tornados, quinquenios o elecciones.

Uno de los más veteranos, casi legendario, llegó a permanecer unos 13 años enclavado en un solar vacío de El Romeral, de esos que tanto abundan en el barrio.

En concreto, se encontraba en la calle Carmen Laforet con José Ribera. Se trataba de un cartel de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento que anunciaba la urbanización del sector. Plantado en 1995 no desapareció hasta 2008, 13 años más tarde, aunque en 2010 todavía permanecía el soporte.

En el lugar donde tantos años reinó el cartel hoy hay unos campitos de petanca.
También en El Duende, con claros síntomas de oxidación, permaneció varios años el cartel de las obras del campo de fútbol. La denuncia de la asociación de vecinos permitió que el anuncio se jubilara por fin.

Hace unos días, gracias a Pepe Moreno, delineante jubilado del barrio de Pinosol, junto a Gibralfaro, supimos y así lo dio a conocer La Opinión de otro cartel que, todavía en pie, aguanta lo que le echen. En teoría anuncia las obras que efectuará la Gerencia de Urbanismo para convertir la calle Pinosol, una calle sin salida, en una vía circular que una todo el barrio. El detalle de esta historia es que esta obra ya la inauguró el alcalde,

Francisco de la Torre hace doce años, así que el anuncio puede decirse que está de más, a no ser que esperen a que la serie Cuéntame lo alquile de atrezzo.

La perdurabilidad de los carteles con obras del pasado puede deberse a varias debilidades humanas, pues lo mismo se explica por la apatía administrativa, el despiste burocrático más absoluto o bien el deseo de dejarlos donde están porque a fin de cuentas publicitan una obra propia y no de la administración rival. Shakespeare habría sacado mucho jugo teatral a las pulsiones que justifican que un cartel del Ayuntamiento, de la Junta o el sursuncorda se eternice y compita con las pirámides.

Por el contrario otros, meramente admonitorios, parecen constituir una loa a la mente abstrusa, poco expuesta al día a día en la calle, que los autorizó.

Es el caso de un cartelito de la Junta en el arroyo de la Caleta que prohíbe aparcar en estos términos: «Queda totalmente prohibido el estacionamiento y la ocupación del D.P.H. bajo denuncia y sanción por la ley de aguas».

Ya me dirán si no es genial poner con iniciales -ignotas para mortales poco duchos en Derecho Administrativo- lo más importante del cartel: D.P.H. son las siglas de Dominio Público Hidráulico. De nada.

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