Junto a las modestas casas mata de este antiguo núcleo vecino del Bulto se ha ido formando un paisaje atípico que incluye una veterana señal ferroviaria y un mullido suelo de hojas de ficus sin recoger.
Los antiguos vecinos de El Bulto distinguen entre el barrio, ya desaparecido y lo poco que queda del núcleo de casas mata del entorno, que en realidad es la zona vecina del Hoyo de las Flores, donde se encontraba el desaparecido edificio de los pescadores, demolido hacia 2012, que tuvo tiempo de aparecer en la película de Antonio Banderas El Camino de los Ingleses.
Cuestiones geográficas aparte, la generalización ha hecho que la zona también se conozca como El Bulto y que sus casas sean consideradas por muchos malagueños como las últimas del barrio obrero que nació a la sombra de la fábrica de los Larios y la ferrería de los Heredia.
En cualquier caso, las conozcamos como El Bulto o de forma más precisa, como el Hoyo de las Flores, los alrededores se han transformado tanto, que ahora son estas modestísimas construcciones las que parecen haber aterrizado durante la noche y amanecido en un sitio, literalmente, fuera de lugar.
Sin la presencia del conocido bloque y sin los bidones de la Campsa, rodeados de avenidas y grandes bloques, hay que hacer un esfuerzo para imaginar a uno de sus antiguos vecinos más conocidos, el bailaor Carrete cuando, siendo niño, era aupado por sus hermanos al vagón del tren, poco antes de enfilar el Puerto, para conseguir el mayor número de trozos de carbón posible.
Precisamente, el paso del tren, comentaba un antiguo vecino, hacía que la zona también se conociera como El Trueno, llamada así de forma popular por el traqueteo intenso en este pequeño enclave ferroviario.
La vecindad del tren del Puerto continúa, aunque la intención futura sea hacerlo subterráneo y acabar con esta absurda y peligrosa vía. Va para largo.
Precisamente en el Hoyo de las Flores, en la calle López Pinto, que recuerda a uno de los compañeros de Torrijos que junto al general fue fusilado en las playas del Bulto, sobrevive una señal de paso a nivel, oxidada pero todavía en pie, recuerdo de un barrio con un gran trasiego de vecinos.
La veterana señal permanece olvidada e ilegible y no estaría mal que, restaurada, terminara en algún archivo o museo antes de que finalice siendo vendida como chatarra. Mejor no dar ideas.
Ayer hablábamos de la explanada sin dueño conocido de la vecina calle Ferrería de Heredia, recuerdo de la fábrica de La Constancia.
Las últimas casas del Hoyo de las Flores lindan con esta explanada y esa zona, la que coincide con la parte trasera de las viviendas, se encuentra en un estado indescriptible, aunque trataremos de describirlo: la cercanía de una par de ficus en estado salvaje ha dejado el suelo convertido en una hojarasca mullida, mezclada con basura y matojos. Es la perfecta plasmación de la basuraleza, toda una paradoja en un barrio con un nombre tan florido.