En el bulevar dedicado a Pilar Miró, entre el Parque Litoral y el Carrefour Los Patios, ha surgido un cañaveral irredento que recuerda el pasado campero del lugar.
En el conmovedor libro de memorias El otro reino de la muerte, retitulado por un alma comercial con el cinematográfico nombre de Málaga en llamas, la escritora norteamericana Gamel Woosley, la mujer de Gerald Brenan, comienza describiendo el día previo al 18 de julio del 36, con el tranquilo espectáculo veraniego desde el mirador de su casa en Churriana, cuando la pareja tenía delante un mar de trigo dorado, que por la tarde los campesinos aventaban en la era.
Esos paisajes bucólicos, aunque recuperados tras la Guerra Civil, se encuentran en franco retroceso en nuestros días, pues el término municipal de Málaga es puro desarrollo inmobiliario y cuando no, futbolero, como ocurre con el paraje virgen de Arraijanal, que pronto dejára sitio a regates, tiros a puerta y dobles pivotes, para desolación de muchos vecinos y colectivos.
Sin embargo, como sabe cualquiera que callejee por Málaga, hay momentos en los que conviven a la vez el pasado y el presente, los pisos de nueva construcción y el campo en retirada, por un desajuste urbanístico, sobre todo tras el frenazo de la crisis.
Hablamos del bulevar dedicado a la cineasta Pilar Miró, que tiene en el centro el Parque Litoral, por lo que despliega su verdor y sus palmeras en dos tramos.
Hace unos semanas, un amable lector nos habló de la pecularidad del segundo tramo y allí se fue el firmante .
Es el que va del parque a la calle Montejaque, la del Carrefour Los Patios. Allí el bulevar, como la materia, no se destruye, pero se transforma hasta convertirse en irreconocible, por la vecindad, por el lado izquierdo, con un solar bravío, que parece condensar todas las virtudes camperas siempre que puede. Porque pese a que de momento sirve de contenedor de grandes cartelones publicitarios, en la linde con el bulevar se ha desarrollado un cañaveral digno del antiguo negocio de los Larios.
Los coches aparcan a un lado en este espacio sin aceras y es como si lo hicieran en los años 20, en un asombroso viaje en el tiempo, aunque sea en un vehículo híbrido. El piso de la carretera en este espacio se encuentra además cuarteado, lo que refuerza la sensación de estar en otra época.
El PGOU actual prevé para este solar que unos dos tercios sean para un bloque de viviendas y el resto para una zona verde. Lo más probable es que el Ayuntamiento aguarde a la construcción de la parcela para que la constructora ponga orden en el cañaveral y le haga un lifting a la calzada llena de arrugas.
En todo caso, llama la atención la fuerza con la que crece este islote verde, doblemente aislado en una zona de crecimiento y hay que decirlo, moderado y armónico, sin las barbaridades cometidas en otros rincones de Málaga.
Bonito guiño a una cineasta como Pilar Miró, no tanto para el que a diario trate de pasar por estos verdes andurriales.